La policía peruana busca por todo el país al esposo de Edita Guerrero, sospechoso de la muerte de la cantante de Corazón Serrano, la mayor banda local de cumbia, un caso que ha vuelto a agitar el debate del abuso doméstico y sexual contra las mujeres en Perú.
Miles de seguidores de Corazón Serrano reclaman la captura del prófugo Paul Olórtiga desde que un fiscal y allegados a Edita lo involucraron en su muerte por los golpes que, afirman, propinaba a su mujer, que murió en marzo por una supuesta lesión cerebral.
El caso de Edita Guerrero surge poco después que otra famosa cantante y actriz peruana, Magaly Solier, denunciara la violencia contra las mujeres, tras haber sido víctima de acoso sexual en un ómnibus de Lima, hechos que rara vez salen a la luz.
“Para que podamos hacer frente a este problema pedimos a las mujeres que no callen y denuncien los casos de abuso y violencia“, dijo Milena Justo, directora de “Manuela Ramos”, una ONG local para los derechos de la mujer.
Según un estudio de esta organización, en 2013 el 88,4% de mujeres en Lima fue víctima de acoso sexual callejero.
“Casi 9 de cada 10 mujeres en Lima ha sufrido algún tipo de acoso en la calles”, dijo Justo.
En 2013, ocurrieron 131 casos de feminicidio en Perú, más del 50% de ellos contra mujeres entre 18 y 34 años, según cifras del ministerio de la Mujer.
Campaña de concientización
La ministra peruana de la Mujer, Carmen Omonte, señaló el lunes que la violencia doméstica y acoso sexual “se han visto tradicionalmente como un asunto privado y por eso la mujer tiende a callar”. Por la falta de denuncias el gobierno no cuenta con cifras que reflejen la dimensión del problema.
Esa cartera lanzó un programa de concientización en el que participa Natalia Málaga, seleccionadora del equipo nacional de vóley femenino y una líder reconocida en el país.
“Las mujeres tenemos que sacar nuestro carácter y hacernos respetar”, pidió Málaga en el lanzamiento de la campaña este mes.
Aunque en muchos casos las víctimas son jovencitas en edad escolar que temen denunciar, una encuesta de Ipsos de junio arrojó que el 72% de las limeñas consideró que se debe hacer frente y si es necesario agredir a los hombres que las molestan.
“En muchos hogares de Perú y otros países aún se educa a la niña para que tenga un lugar en la sociedad detrás de un hombre, aceptando lo que este tenga en mente”, dijo la mexicana Angélica Fuentes, del Foro de la Cooperacion (FoCo) y directora de la Fundación Angélica Fuentes para el empoderamiento de la mujer en América Latina.
“Como mujeres tenemos que entender que todo el cambio empieza por la educación. El machismo en muchos casos lo generamos las propias mujeres con las diferencias entre niños en el hogar”, dijo Fuentes, que participó en Lima el fin de semana de un seminario sobre la situación de la mujer en Perú.
Acoso sexual
Además de los casos de violencia doméstica, “las mujeres peruanas están sometidas a un permanente acoso sexual en el espacio público”, según denunció Magaly Solier, protagonista de la premiada película peruana La Teta Asustada, luego del incidente a finales de mayo con un hombre que se masturbaba detrás de ella en un ómnibus limeño.
“Las mujeres no podemos estar así. Por eso en el Perú hay tanta violencia”, dijo la artista, de 27 años, indignada por un hecho que ocurrió ante la mirada de decenas de pasajeros que no hacían nada para defenderla del acosador.
Su denuncia generó que la oficina municipal limeña de transporte -Protransporte- ponga en marcha un plan para separar hombres de mujeres en horas pico en los buses del servicio metropolitano, como ocurre en transportes de México, Egipto, Japón o Malasia.
“No hay que dejarse avasallar. Las mujeres tienen que reclamar y exigir sus derechos y, si la autoridad es muy lenta en sus reacciones, entonces a portar en la cartera tijeras, clavos y agujas, hay que defendernos como podamos”, opinó sobre el caso de Magaly Solier la ministra de Trabajo, Ana Jara.
Aunque la mayoría de los peruanos considera que una mujer tiene derecho a vestirse como quiera, en el país impera un machismo arraigado y un 65% piensa que si usan ropa provocativa se exponen a que se les falte el respeto, según la encuesta de Ipsos.
“La violencia y abuso contra las mujeres es una epidemia en toda la región, la única diferencia es que ahora se habla de ellos y hay voces que salen a denunciarlo”, consideró Fuentes.
“Los gobiernos tienen obligación de acercarle la justicia a la mujer para que se sienta segura y protegida”, opinó.