El pasado 11 de julio se conmemoraron 40 años desde el misterioso fallecimiento del primer enfermero universitario, Waldo Alfaro Retamal, quien en 1974, en plena dictadura militar, fue detenido y trasladado a la Escuela de Artillería de donde salió sin vida. Según el parte médico de defunción de la época, Alfaro se habría suicidado, teoría que no termina de convencer a sus familiares y amigos, quienes le recordaron con velas y oraciones anhelando su descanso.

De acuerdo con declaraciones de testigos, Waldo Alfaro Retamal, militante del Partido Socialista y enfermero del hospital de Linares, fue detenido el 6 de julio de 1974 por una patrulla militar, en su domicilio. Se le imputaba abandono de funciones y la mantención clandestina de un arsenal médico por lo que fue trasladado a la Escuela de Artillería para ser interrogado, siendo liberado luego de tres días.

Sin embargo, el 10 de julio del mismo año fue nuevamente privado de libertad por los militares, siendo trasladado al mismo centro de reclusión. En esta oportunidad, según testigos presenciales, que escucharon sus gritos de dolor, fue fuertemente agredido y sometido a interrogatorios bajo torturas.

El día posterior a aquella tortuosa sesión, el enfermero fue encontrado muerto en el interior de la celda donde se encontraba incomunicado, siendo el desangramiento la causa de su trágico desenlace.

Al ser hallado se pudo detectar, según el Protocolo de Autopsia, que tenía un pañuelo que le llenaba, completamente, la cavidad bucal y que estaba, fuertemente, sujeto por los dientes. A su vez, el acta de inspección ocular de la Fiscalía que investigó el desceso, registró además, que poseía una grave lesión, ocasionada por un corte, en la ingle, la que “presentaba un trapo con el cual, seguramente, trató de taponársela” para intentar detener el sangrado.

Waldo César Alfaro Retamal, de tan solo 35 años, falleció el 11 de julio de 1974, a las 23:20 horas, en el recinto militar Escuela de Artillería, por “anemia aguda secundaria, (producto de una) herida cortante de muslo izquierdo, complicada. Suicidio”, según se consigna en el Certificado de Defunción del Servicio Médico Legal.

Los resultados de la autopsia precisaron que la herida seccionó la piel, el tejido celular subcutáneo y, completamente, los vasos de la arteria y de la vena femoral, al presentar una incisión de siete centímetros de largo, lo que provocó una hemorragia masiva secundaria en las cercanías del ligamento inguinal.

En la investigación no hubo constancia del hallazgo del elemento, o medio, que provocó la herida y que, en definitiva, desató la hemorragia. No obstante, la Fiscalía decidió, en ese entonces, sobreseer la investigación por considerar que no se encontraba suficientemente acreditado ningún tipo de delito.

Posterior a aquello y en consideración de los datos reunidos, el Consejo Superior de la Comisión de Reparación y Reconciliación, determinó que en la muerte de Waldo César Alfaro Retamal, producto o no de un suicidio, la ejecución de tortura y maltrato a los que fue sometido por agentes del Estado, mientras se encontraba privado de libertad fueron decisivos en su desceso. En consecuencia, fue declarado víctima de violación a los derechos humanos.

De esta manera, tanto los testimonios, como la conclusión del Consejo Superior, sustentan una tesis de mayor veracidad sobre el origen de la muerte de Alfaro, para su familia. Esto último, por la crudeza del actuar de las Fuerzas Armadas durante el gobierno militar de Augusto Pinochet Ugarte.

Estos actos, que se rumoreaban, habían sido relatados y presenciados por el mismo enfermero, quien por su condición, durante los primeros meses de la dictadura, fue sistemáticamente llamado a atender a las víctimas de los humillantes vejámenes que se practicaban al interior de la escuela de Artillería, por lo que conocía con detalle los abusos a los derechos humanos que se vulneraban al interior del recinto militar.

Waldo Alfaro Retamal

En 1961 comenzó a ejercer como practicante y auxiliar paramédico en el hospital base de Linares, donde conoció a la paramédico Isolina Martínez, con quien se comprometió y tuvo cuatro hijos. Desde el centro de salud, Alfaro fue derivado a la Universidad de Chile en Santiago, donde se tituló en 1966 como el primer hombre en recibir la formación de enfermero cuando, en ese entonces, esa era una carrera ejercida únicamente por mujeres.

Debido a este importante acontecimiento el Colegio de Enfermeras de Chile lo consigna y lo destaca en su sede en Santiago donde se recuerda su trágica e injusta muerte, ya que el joven de tan solo 35 años ejercía como enfermero jefe de la unidad de Cirugía y Esterilización en Linares.

Conmemoración y verdad

Cabe destacar que, con el anuncio de su muerte, la prensa de la época informó sobre un supuesto suicidio del enfermero, explicando que se habría auto infringido un corte con un bisturí en la ingle mientras permanecía detenido, acusándolo además de mantener un arsenal quirúrgico clandestino en su domicilio, efectuando un montaje con material médico, el cual fue exhibido en el hall del recinto hospitalario controlado por los militares tras el golpe de Estado liderado por el General del Ejército, Augusto Pinochet.

En 1993 gracias a testimonios de otros detenidos que señalaron haber oído gritos y tortura, además de escuchar a un soldado decir que “se les había pasado la mano”, y al trabajo de la comisión Rettig, se logró establecer la verdad, identificando a los responsables de las torturas y el asesinato.

La viuda de Alfaro, Isolina Martínez, posterior a la misa conmemorativa del fallecimiento de su esposo, enfatizó que
“Las violaciones a los derechos humanos importan a las víctimas y sus familiares. Sin embargo la verdad, nos permite levantar la mirada para reafirmar la construcción de un Chile más sincero, igualitario y cercano a su historia. Más allá de las diferencias, pese a los responsables, gracias a la verdad se puede perdonar la historia. La verdad nos hace libres”.

Los 40 años de la muerte del enfermero linarense fueron conmemorados por amigos y familiares en Chile, Alemania, Bélgica, Brasil e Italia, donde se encendieron velas para pedir por la paz y descanso de su espíritu.