Israel seguía bombardeando este sábado la Franja de Gaza e intensificaba sus preparativos para un posible ataque terrestre, al quinto día de una ofensiva aérea que ha provocado la muerte de más de 120 palestinos. Periodistas de diferentes agencias de noticias vieron decenas de tanques israelíes dirigiéndose el viernes y sábado hacia la frontera con Gaza.

En este enclave palestino de 360 km2 las calles estaban desiertas, a excepción de los cortejos fúnebres que desfilaban bajo un calor sofocante.

Al menos 22 palestinos murieron el sábado víctimas de bombardeos israelíes. Por el momento, la operación israelí “Protective Edge” (“Barrera Protectora”) se ha saldado con 127 muertos y 900 heridos, en su mayoría civiles.

El ejército israelí aseguró haber “socavado significativamente las capacidades de Hamas”, el movimiento islamista palestino que controla la Franja de Gaza, un territorio superpoblado con 1,2 millones de habitantes y con un índice de pobreza del 39% de la población, según datos del FMI de 2011.

La aviación ha alcanzado “158 objetivos relacionados con Hamas” en 24 horas en Gaza, entre ellos 68 lanzacohetes, 21 bases paramilitares y escondites de armas, uno de ellos disimulado dentro de una mezquita, según un comunicado militar.

Contactos con EEUU

El Hamas ha disparado desde la medianoche del viernes nueve cohetes contra Israel, dos de los cuales fueron interceptados por el sistema de defensa antiaéreo Iron Dome. Desde el inicio de las hostilidades, 530 cohetes han alcanzado Israel y 138 han sido destruidos en pleno vuelo, dejando una docena de heridos pero sin causar víctimas mortales.

Este conflicto entre Israel y Hamas es el más mortífero desde el operativo “Pilar de Defensa” en noviembre de 2012. Los ataques entre ambas partes provocaron entonces la muerte de 177 palestinos y de seis israelíes.

Este nuevo episodio de violencia fue desencadenado por el secuestro y asesinato de tres estudiantes israelíes a principios de junio en la Cisjordania ocupada, que Israel atribuye a Hamas, al que le siguió el asesinato de un joven palestino, quemado vivo, en Jerusalén a manos de judíos de extrema derecha.

En un esfuerzo diplomático para poner fin a la violencia, el presidente de Estados Unidos Barack Obama llamó al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu para ofrecerle su mediación.

Sin embargo, en una rueda de prensa en Tel Aviv el viernes, Netanyahu dijo que Israel resistirá a toda injerencia internacional.

“Ninguna presión internacional nos impedirá atacar, con toda nuestra fuerza, a las organizaciones terroristas que proclaman nuestra destrucción”, dijo.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió un alto el fuego.

Pero tanto Netanyahu como el dirigente del Hamas en Gaza, Ismail Haniyeh, no parecen dispuestos a aceptar una tregua por el momento.

En pie de guerra

En el terreno, los preparativos en vista de un posible ataque por tierra continuaban. Más de 30.000 reservistas han sido ya movilizados.

“Estamos preparando las próximas etapas de la operación, para que las fuerzas estén listas para entrar en el territorio”, declaró el sábado a la radio militar el portavoz del ejército israelí, el general Almoz Moti.

Dos soldados israelíes fueron heridos el viernes por un misil antitanque junto al muro de seguridad que separa a Israel de la Franja de Gaza, lo que ilustra el riesgo de una operación terrestre.

La ofensiva de Israel contra Gaza ha levantado una ola de protestas de los países árabes.

Los ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe se reunirán el lunes en El Cairo para abordar la crisis.

El emisario del Cuarteto para Oriente Medio, Tony Blair, llegó este sábado a la capital egipcia para emprender negociaciones.

Egipto, mediador tradicional en los conflictos entre Israel y Hamas, se mantiene más al margen en esta crisis.

El Cairo afirmó el viernes haber desplegado esfuerzos para detener la violencia pero tuvo que hacer frente a la “tozudez” de ambas partes.

Ante el deterioro de la situación en Gaza, 34 asociaciones humanitarias internacionales llamaron a un alto el fuego y a respetar los derechos humanos en el enclave palestino.