No fue hace mucho tiempo que se podía ver el Río Copiapó con agua en su cauce y vegetación en su ribera como había sido durante siglos y siglos. Pero eso cambió luego de 1998 cuando fue la última vez que al río se le vio avanzar por el valle del mismo nombre y la comuna de Tierra Amarilla.
Sobre explotación, sequía, mal manejo de aguas, entre otras razones fueron las que hicieron desaparecer este cuerpo de agua de la capital de la región de Atacama. El tiempo ha pasado y sigue en la memoria de los copiapinos y tierramarillanos, el río que se fue, que se transformó en otra cosa: en canales de regadío de monocultivos o en insumo para la industria minera.
Un tema de connotación social e histórica, que la Sociedad de Escritores de Copiapó tomó para desarrollar un trabajo colectivo que se tradujo en una revista literaria llamada De Cierto Lugar, homenaje al Río Copiapó. Un volumen que aborda desde la poesía, el ensayo, la narrativa y la fotografía para hablar del tema y que será lanzado este jueves 5 de Junio en la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, el viernes 6 de Junio en La Sebastiana de Valparaíso y el sábado 7 en San Antonio.
Un libro de diversos autores y con múltiples formatos que en el manifiesto que dio vida a la obra se indica que quienes adhieren al trabajo opinan se suman a la idea de que “para nosotros la desaparición del Río Copiapó tiene la dimensión de crimen contra la humanidad, el levantar la mano contra el Padre, la Madre, de abandono del hijo indefenso y de exterminio de todas esas criaturas que miraban su reflejo en sus aguas”.
Según Fernando Rivera Lutz, presidente de este colectivo y autor del libro “Raíz de Uno”, el proyecto original no estaba definido en torno al río, pero se cambió la perspectiva cuando empezó a llegar el material literario. Destaca Rivera que “a medida que iban llegando los textos, nos dimos cuenta que aparecían señales muy ligadas al tema del agua, al submundo que sobrevive en torno al lecho del río, a los fantasmas y nostalgias de algo que fue”.
La desaparición del Río y su impacto en la comunidad no es un tema nuevo, ya existían trabajos y actividades de denuncia en la zona. Sin embargo, sigue dando vueltas en la sociedad copiapina como un fantasma y que se ve todos los días en la comunidad como una grieta que se llena de micro basurales.
Una realidad en el arte
El poeta Víctor Munita, autor de “En Guerra con Chile”, “La Patria Asignada” y “Yo entre todas las mujeres”, quien también forma parte del colectivo de autores que dio vida a esta obra, señala que el tema del río no está ausente en la región de Atacama, sino que más bien ha sido disfrazado.
Según explica en Atacama los artistas tocan el tema del río, pero aclara que “siempre en rincones, aislado como se plantea siempre el tema por algunos días en algunos meses del año, de manera fácil y se termina con la opinión de una empresa dando unos cuantos litros o con un proyecto de mejora en alguna cosa que cause fantasía”, aludiendo a las empresas de la zona principalmente mineras y agrícolas.
Para la poeta Paula Bécquer lo que ha sucedido con el río es importante de debatir y reflejar desde la literatura porque a su entender, “trabajar el tema del Río Copiapó desde el arte es una herramienta poderosa para demostrar que también está incluido dentro de un contexto social, que es importante”, explica la autora del libro “El Lugar donde inclino mi cabeza”.
El poeta Juan Santander Leal (autor de “Cuarzo” y “Allí estás”) que actualmente está radicado en Santiago, vivió durante 18 años en su natal Copiapó y confiesa que no deja de impactarle el contraste del sector de entrepuentes que es por donde se entra la ciudad vía terrestre y donde pasaba el río, que en los noventas era verde y hoy luce totalmente desertificado.
“Esta es una desoladora historia que te aseguro que en cualquier región de Chile se podría contar con algún otro río, humedal, lago o glaciar”, declara el escritor quien añade que se aborde el tema desde el arte, porque a su juicio se aborda de manera metafórica la sobreexplotación y el impacto de las mineras de la zona.
Precisamente la idea de que cómo le pasó a Copiapó le podría pasar a otras ciudades, es que un número importante de autores se sumaron al proyecto desde otros puntos del país, entre ellos destacan Jaime Huenun, Rosabetty Muñoz, Elvira Hernández, Verónica Zondek, Juan Cameron y Pancho Sazo (vocalista de Congreso).
Uno de los aspectos que llaman la atención al ver la forma en que desapareció el Río Copiapó, es que en una ciudad minera con numerosa población flotante, es común encontrar gente que nunca conoció el río, así como miles de niños de familias copiapinas que crecieron en una ciudad seca y que simplemente no imaginan la ciudad verde y con agua.
Para el fotógrafo y poeta Manuel Ormazábal -que editó la parte fotográfica de De Cierto Lugar- la muerte del río es bastante especial, porque según sus palabras “desapareció gradualmente, de tal forma que nadie pareció notarlo, como alguien que muere de muerte natural”.
El antes y el después del Río Copiapó
Se intenta recuperar la nostalgia y el recuerdo del río, encapsulándolo en una obra, transmutándolo en trabajo artístico. Por esa razón hay un fotoreportaje donde se exhibe una serie de imágenes familiares de los mismos escritores que participan y otras de carácter histórico, en donde está presente el afluente que hoy no es posible ver en la ciudad.
Imágenes que hablan de un Copiapó verde y un río con un cauce limpio, que desapareció por completo para ser reemplazado por un terreno árido lleno de microbasurales en sitios donde otrora las familias copiapinas pasaban las tardes de fin de semana tomando once en la ribera, donde había niños bañándose en verano y era común ver una abundante vegetación, la que hoy ya desapareció casi por completo.
Al respecto Vicente Rivera –poeta copiapino joven que lanza su primer libro este año- uno de los aspectos más relevantes de este trabajo es que “en el fondo hablar del río no solo denota una preocupación por el medioambiente, sino que muestra un retorno a la necesidad de la literatura y el arte como fuentes válidas de expresión y conocimiento de una comunidad”.
Una idea que es reforzada por la diseñadora y poeta Tatiana Mayerovich, quien explica que “siempre lo hemos imaginado o concebido como un trabajo de largo plazo. Por lo mismo trabajamos los textos más allá de la contingencia”.
Pero la relación con la realidad inmediata sin dudas que está presente, es así como el narrador Alejandro Villa (único autor en eta obra proveniente de la vecina comuna de Diego de Almagro) este libro “sin lugar a dudas pone el tema de la escasez de agua (y también de otros insumos) a flote”, situación que en los últimos años ha estado en el centro del debate en una zona aquejada por la falta de agua y en donde se han desatado conflictos en torno al tema en el vecino Valle del Huasco.
Actualmente en Atacama es común ver que las casas tengan dispensadores de agua. La razón, cada vez la empresa distribuidora debe cavar pozos más profundos para abastecer a la ciudad, lo cual –si bien se ajusta a la norma chilena- hace que tenga más presencia de elementos como el arsénico dando un mal sabor al agua que sale de la llave.
Un tema más que actual, sin dudas, que encuentra en esta publicación una forma de abordarlo desde las letras de la ciudad que describiera al país Jotabeche con sus famosos artículos costumbristas publicados en El Mercurio de Valparaíso a mediados del siglo XIX. Textos en donde explica que “esta agua de Copiapó, quizás por las partículas metálicas que contiene, es tan cruda i tan indijesta, que por vía de precaucion hai que aliñarla con azúcar y coñac lo que la deja perfectamente potable”.
Este trabajo de la Sociedad de Escritores de Copiapó pone en el debate el tema del agua desde el arte, mostrando una tragedia ambiental en momentos donde la discusión sobre la sequía y el manejo del agua no es solo una asunto de Copiapó, sino que del país entero.