Hasta el 18 de junio se podrá visitar en la Galería Bicentenario del Centro Cultural Estación Mapocho la muestra REPASOS. LOS DESAPARECIDOS DEL SAHARA OCCIDENTAL y reflexionar mediante las artes visuales sobre la historia de países muy distantes, como Chile y Sahara, pero a la vez cercanos: tienen la experiencia común de vivir y desaparecer en dictadura, víctimas del exterminio y la impunidad.
Viviana Silva Flores se hace cargo del profundo interés que siente sobre estos conflictos políticos y sociales en particular y crea sus obras multimedia mano a mano con víctimas de violaciones a los derechos humanos, canalizando su proyecto de bordado colectivo bajo el concepto de ‘arte contextual’, viajando para estar insitu con quienes nutren su mirada artística y completan su propuesta para visibilizar, para no olvidar. Desde su residencia en España, Viviana comenta en la siguiente entrevista las principales características, aportes y motivación de la disciplina a través de la cual desenvuelve sus convicciones. Entrevista realizada por Alejandra Villarroel.
Propuesta artística ¿En qué elementos basas tu proyecto “Repasos. Los desparecidos del Sahara Occidental”?
Repasos es un proyecto que se basa en el conflicto político social que viven los saharauis desde hace casi 40 años, cuando dejan de ser colonia española y pasan a ser ocupados por Marruecos viviendo desde entonces la mayoría de la población exiliada y refugiándose en la hamada argelina con cientos de desaparecidos y presos políticos. Repasos lo que busca es visibilizar este conflicto, centrándose principalmente en el tema de los detenidos desaparecidos para lo cual realizo una propuesta de arte colaborativo y contextual, en el que mediante el bordado de los nombres de estos 552 desaparecidos, vamos construyendo colectivamente la memoria del pueblo saharaui, en una metáfora del tejido social y de la costura de las heridas. Esta propuesta se originó gracias a una residencia artística que gané en 2011, ARTifariti, que se tradujo en la visita a los Campamentos de Refugiados Saharauis en Tinduf, Argelia donde viví con ellos insertándome en sus hogares y cotidiano, pudiendo conocer así de primera fuente su historia, cultura y la belleza de su gente. Allí trabajé con familiares y amigos de los detenidos desaparecidos, en una obra de memoria y encuentro, en la cual fuimos bordando en árabe los nombres de ellos sobre turbantes saharauis, aquellos que utilizan para protegerse del asfixiante calor del desierto mientras bebíamos esos pequeños vasos de té y hablábamos de nuestras historias, de su historia y de los nombres que íbamos bordando.
Internacionalización y desarraigo ¿Porqué decides especializarte fuera de Chile y vivir actualmente en otro país?
Decidí irme de Chile la verdad porque no veía en mi país muchas posibilidades de desarrollarme como artista, dado que el “círculo” aquí es muy pequeño y bastante cerrado, además de lo poco valorado que es el arte. En ese sentido ha sido muy positiva la decisión que tomé ya que gracias a ello he tenido la oportunidad de participar en varias convocatorias y exposiciones internacionales, viajando con mi obra por distintas ciudades de Europa, pudiendo participar de una residencia en África y exponiendo en galerías y centros culturales de muy buen nivel y profesionalismo. Asimismo, el estar aquí me ha permitido poder disfrutar y ver algunas de las obras más importantes del mundo, aquellas que estudiaba en las clases de historia en la facultad, así como aquellas que se están produciendo ahora mismo, dado que el acceso al arte contemporáneo mundial acá es fabuloso y cotidiano. Por otra parte, a nivel más personal, decidí irme de Chile también porque sentía la necesidad de conocer otras realidades y culturas, de manera de adquirir un mayor conocimiento del mundo y de distintos aspectos de la vida. Vivir la experiencia de la soledad, del desarraigo también fue un tema importante que me ha ayudado a crecer, pues cuando te vas sola de tu país y llegas a un lugar a tantos kilómetros de distancia, en que no conoces absolutamente a nadie, donde no tienes a quien acudir cuando tienes una pena o un problema, donde prácticamente empiezas de cero, es una experiencia bastante fuerte y, como tal, ayuda muchísimo a abrir tu mente, a ser más tolerante y a estar perceptiva a otras realidades y sensibilidades.
Experiencia insitu ¿Cómo surge tu interés por el arte relacional?
Conocí el arte relacional aquí en España, en el Máster [en Investigación, Arte y Creación Facultad de Bellas Artes Universidad Complutense de Madrid], cuando en diversas clases analizábamos obras que han roto con la tradición. De ahí que me interesé en este tipo de práctica artística que considera como premisa que el arte es un estado de encuentro. Como yo tenía hace un tiempo la inquietud de poder “abrir” de alguna manera mi obra y, sobre todo, de poder conectarme con las personas de manera real, tangible, es que quise experimentar realizando una obra que de alguna manera se enmarca en lo que es el arte relacional, un arte que toma como horizonte teórico las interacciones humanas y su contexto social, más que la afirmación de un espacio simbólico autónomo y privado, como analiza Nicolás Borriaud. Repasos fue entonces mi primera experiencia en este tipo de práctica, pues consideré al presentar el proyecto, que si iba a los Campamentos de Refugiados Saharauis debía estar con la gente, conocerlos, compartir, involucrarme, porque de lo contrario mejor me quedaba haciendo obra en mi taller. Y desde ahí que surge mi interés, dado lo positivo de la experiencia, pues creo es una de las mejores maneras de relacionarme a través de mi trabajo, de mi práctica artística con las personas de vincular arte y sociedad.
¿Qué te motivó a observar la realidad de los refugiados y perseguidos políticos?
En general toda mi obra se basa en observar acontecimientos sociales, conflictos políticos y en intentar visibilizarlos. Los refugiados y perseguidos políticos que a través de la historia de la humanidad han sido menospreciados, desvalorados y continuamente olvidados. Son un problema para la sociedad del cual no nos hacemos cargo. Los políticos por su parte ya que no les genera beneficios económicos y nosotros, porque constantemente los olvidamos. Estas situaciones en lo personal a mí me conmueven y perturban profundamente. Creo que no debiesen existir y que todos de alguna manera no lo debiésemos permitir. De ahí que continuamente desarrollo mi obra en torno a temáticas de esta índole, ya que es mi forma de contribuir al no olvido de estas personas que son como todos nosotros, pero que están marginadas. Es mi forma de pensar en ellos y de pensarnos como sociedad y a mí misma en ella. Si bien el arte no puede cambiar el mundo, eso lo sabemos, lo sé y no busco ello tampoco, sí creo que es una importante “herramienta” que ayuda a visibilizar, cuestionar, desvelar ciertas problemáticas que nos aquejan. El arte genera discusión, crítica, pensamiento. Permite también hacer memoria, una cuestión que muchas veces como sociedad nos cuesta, le hacemos el quite, y que yo creo es fundamental para no repetir los errores.
¿Cómo describirías esa experiencia en Argelia?
Mi experiencia en Argelia, más bien, en los Campamentos de Refugiados Saharauis que es el lugar fue sumamente enriquecedora. Por un lado, fue una experiencia bastante fuerte y dura. Estar en un lugar de tal nivel de pobreza material, donde casi no hay agua, ni existen las comodidades a las que estamos acostumbrados tan básicas para nosotros como: neveras, duchas, camas, comunicaciones, sombra, es algo bastante intenso. El cambio de comida, el calor insoportable (unos 40ºC promedio cuando fui, que era otoño, por cierto), el tiempo que en este lugar pareciese no transcurrir, hacen que todo sea una experiencia imponente, pero que se compensa gracias al calor humano y la pureza de los saharauis. Conocer un pueblo tan rico espiritualmente, tan amble, solidario y cariñoso no tiene precio. Jamás había estado con personas que no tienen nada, pero lo dan todo y eso ha sido lo más bello que me podría haber pasado. La verdad es que recomiendo a todo el mundo que pueda conocer a este pueblo, que ha sufrido y sufre tanto, pero que a la vez es tan alegre, tan vivo, lleno de colores, lo que se refleja en sus melfas (vestimenta) que relucen en las arenas del desierto. No sé, para mí una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida es haber tenido la oportunidad de haber vivido junto a los saharauis esas semanas. Y agradezco profundamente a la Asociación de Amistad con el pueblo Saharaui de Sevilla el haberme seleccionado para participar de ARTifariti y haber tenido la oportunidad de aprender a vivir con lo mínimo, de conocer lo que es la sencillez, la humildad y la tolerancia, de conocer a los saharauis. Ahora sólo espero pronto poder volver.
Búsqueda e identificación ¿Cómo vinculas la experiencia de saharauis con la de los chilenos?
Las experiencias saharauis y chilenas no son para nada lo mismo, pero sí tienen bastantes cosas en común, especialmente vinculadas al dolor. En el caso de Chile sabemos que el conflicto es interno, entre propios chilenos y que se siembra bajo una feroz dictadura cívico-militar a cargo de Augusto Pinochet. En el caso del Sahara, el conflicto es con otros países, principalmente con Marruecos desde que su rey decide ocupar sus territorios, expulsar a los saharauis bombardeándolos con napalm y dividirlos construyendo un muro de 2700 km rodeado de minas antipersonas que perdura en la actualidad. Sin embargo, ambos países han sufrido del terror, de la opresión, de la tortura y del secuestro de personas con su consiguiente desaparición, y justamente ambos países hemos comenzado a vivir esto en años similares: Chile a partir de 1973 y el Sahara de 1975. Ambos países han conocido también lo que es el exilio, la separación de familias y la lucha por la verdad y la justicia. En ese sentido estamos muy ligados, somos pueblos hermanos que sin embargo, no nos relacionamos. Es curioso que en Chile se habla muy poquito del conflicto del Sahara y de hecho, poco se conoce. Parece ser que es porque está muy alejado de nosotros y entonces no nos incumbe. De hecho Chile ni siquiera reconoce al Sahara Occidental como un país. Sin embargo, los saharauis conocen perfectamente la historia chilena, saben de la dictadura que nos asoló y del drama de los derechos humanos que aún vivimos.
Arte y memoria histórica ¿De qué forma crees que el arte aporta al desenvolvimiento de memorias como las que abordas en tu obra?
Como mencioné anteriormente creo que el arte permite justamente hacer memoria y ése es ya un primer aporte, puesto que constantemente los poderes fácticos buscan que el olvido permanezca en la sociedad, inmovilizándonos y lamentablemente, en ocasiones consiguiéndolo. Creo también que el arte permite conocer la historia, la propia y la de otros, así como las microhistorias que se cuelan entre los intersticios y de las cuales poco se habla, tocando otros puntos cerebrales y otras sensibilidades que quizá otra disciplinas, igualmente valiosas por cierto, no son capaces de llegar y que el arte sí. De ahí que en mi obra abordo (y bordo últimamente) conflictos sociales, intentando generar conocimiento de otras realidades como en esta exposición particular, e intentado con ello como mencioné, visibilizar, reflexionar, cuestionar, discutir y pensar.
Responsabilidad social del arte ¿Qué rol le atribuyes a la expresión artística y a los artistas en la denuncia de realidades?
Le atribuyo un importante rol ya que el arte permite como he dicho, visibilizar, desvelar, cuestionar realidades y situaciones. Para mí es fundamental y es el tipo de arte que me interesa, tanto ver cómo desarrollar. Sin embargo, eso no implica que crea es el único arte válido, simplemente es el que a mí me mueve.
Estado e injusticia ¿Cuáles crees que son los principales temas pendientes en relación a los DDHH en Chile?
En Chile creo que hay muchísimos temas pendientes en torno a los DDHH. Primero, en este país no ha habido aún, a 40 años del golpe, un reconocimiento real de las atrocidades cometidas, un reconocimiento hacia las víctimas directas, ni mucho menos ha habido justicia. Sigue habiendo personas que niegan lo ocurrido, que lo desconocen o que peor aún, lo justifican. Lamentablemente además, uno de los principales responsables de las violaciones a los derechos humanos aquí cometidos murió sin haber sido juzgado, y de hecho muchos de los responsables que poco a poco, y por cierto, muy lentamente han ido cayendo, están detenidos o siendo juzgados se encuentran en muchos casos en prisiones de lujo, casi hoteles, lo cual es una vergüenza y una burla hacia todos los chilenos. Entonces decir que en Chile no hay temas pendientes en esta materia es una falacia y una forma creo yo, de seguir torturando. Pero bueno, creo también que no soy yo la persona más indicada para hablar del tema, aunque tengo mi opinión clara al respecto y que ya he manifestado. Pienso que para hablar de ello hay que acudir a los profesionales de estas materias, que no es mi caso, pero sobre todo, a los familiares directamente afectados. Ellos mejor que nadie saben justamente lo que aquí ha ocurrido, lo que sigue ocurriendo, y lo que falta, creo que ellos deben ser quienes opinen sobre justicia, yo sólo quiero ayudar a visibilizar acontecimientos como éste, pero justamente la idea es que cada uno saque sus propias reflexiones y conclusiones.
Te sientes llamada a continuar desarrollando tu propuestas artística en esa línea temática?
Por supuesto. En realidad más que llamada a continuar en esta línea temática, es que son temas, conceptos y formas de operar que vengo desarrollando desde mucho tiempo antes. Aquí la “novedad” para mí fue incorporar el trabajo colaborativo y relacional a mi obra, lo cual de hecho ya he vuelto a incorporar en otro proyecto de arte y memoria esta vez justamente sobre Chile, y claro, tengo intenciones de seguir en esta línea de trabajo que creo es mucho más enriquecedora y efectiva en cuanto a visibilización y maneras de hacer memoria. Como mencioné anteriormente, me interesa que mi práctica artística desarrolle temas ligados estrechamente con la sociedad, con la realidad y con las personas. De ahí que el tema de la memoria, la visibilización del “otro” y el desvelar conflictos sean los temas a tratar, y seguiré en esta línea.
Tras tu muestra en la Galería Bicentenario ¿Qué proyectos preparas?
Bueno, a la vez que inauguré “Repasos: los desaparecidos del Sahara Occidental” en Galería Bicentenario, me encontraba preparando un proyecto FONDART sobre también detenidos desaparecidos, esta vez centrándome en Chile y en la Operación Colombo bajo la dictadura militar. De ahí que inauguré ahora en abril también la exposición individual “Hilos de Ausencia: Genealogías y Discontinuidades” en Sala de Carga, Plaza de la Constitución en Santiago. Así que ha sido una vuelta por Chile bastante intensa y cargada de trabajo, lo que me alegra. Ahora mismo tras ambas muestras me encuentro preparando un catálogo sobre esta última obra, Hilos de Ausencia, a lanzar espero a fines de Junio; y también me encuentro trabajando ya en Madrid en una próxima muestra ahora a fines de mayo dentro de la convocatoria INTRANSIT que gané recientemente, donde presento otro proyecto basado en la memoria, esta vez, sobre campos de concentración franquistas, y mediante el cual me integro al Archivo de artistas jóvenes de España.
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