El ejército tailandés impuso este martes la ley marcial en el reino, marcado por varios meses de crisis política y manifestaciones antigubernamentales que provocaron 28 muertos y varios heridos, no obstante, el gobierno provisional, que no fue consultado, sigue en funciones.
“Declarar la ley marcial no constituye un golpe de Estado, sino que tiene por objetivo restaurar la paz y el orden público”, afirmó el ejército en el comunicado anunciado durante la madrugada en la televisión controlada por fuerzas militares.
El ejército tailandés había amenazado el jueves pasado con intervenir en la crisis tras la muerte de tres manifestantes en un ataque con granada en pleno centro de Bangkok.
“El público no debe ser presa del pánico y debe hacer su vida normal”, señala el comunicado castrense.
Poco después, fueron desplegados soldados en las calles del centro de Bangkok. Soldados armados y vehículos blindados tomaron posiciones, sobre todo en el barrio comercial de la capital, en el sector donde hay hoteles y cerca de las estaciones de televisión.
El primer ministro interino, Niwattumrong Boonsongpaisan, sigue en su cargo, dijo a la AFP Paradon Pattanatabut, su asesor de seguridad, quien afirmó que decretar la ley marcial es potestad de los militares.
“El gobierno provisional continúa (en funciones) con Niwattumrong como primer ministro interino. Todo es normal, excepto que el ejército se hizo responsable de todos los asuntos de seguridad nacional”, relativizó Pattanatabut. “El gobierno interino sigue existiendo”, insistió.
No obstante, los manifestantes progubernamentales, reunidos en los suburbios de Bangkok, afirmaron que se encuentran “rodeados” por los militares.
“Estamos rodeados por los militares por todas partes”, dijo a la AFP Jatuporn Prompan, responsable del movimiento “oficialista” de los Camisas Rojas.
-¿Ofensiva final?-
La oposición, por su parte, afirma encontrarse ya en el último tramo de su ofensiva para derrocar al gobierno interino, instalado tras la destitución de la primera ministra Yingluck Shinawatra. Ésta estaba acusada de ser títere de su hermano, Thaksin, a su vez derrocado por un golpe de Estado en 2006, quien se encuentra en el exilio.
Los Camisas Rojas, un poderoso movimiento integrado por partidarios del gobierno, muy fuerte y numeroso entre la población rural del norte y noreste del país, advirtieron a la oposición sobre el riesgo de una eventual guerra civil si se obstina en hacer caer a lo que queda del gabinete de gobierno.
Los manifestantes opositores, que acampan ante la sede del gobierno, reclaman la designación de un primer ministro “neutral”, y proponen postergar ‘sine die’ las elecciones, lo que pone en tela de juicio sus intenciones democráticas.
La historia de Tailandia registra desde 1932, cuando se instauró la monarquía constitucional, dieciocho intentos o golpes de Estado exitosos. El último de éstos, el de 2006 contra Thaksin Shinawatra.
A pesar de que el comandante en jefe del Ejército ha tenido posturas diferentes durante los últimos meses, la institución castrense había evitado hasta ahora inmiscuirse en la espiral crítica que se producía en el país, inclusive cuando los manifestantes ocuparon edificios públicos.
Éstos parecen acelerar su “calendario” para aprovechar la debilidad del actual gobierno provisional.
El balance es de 28 muertos en seis meses de crisis. La mayoría de éstos a causa de “disparos perdidos”, de los que ambas partes en conflicto se acusas. En ambos bandos hay extremistas que abogan por la violencia.
Boonsongpaisan, por su parte, afirma que la ley está de su parte mientras se espera la nominación de un nuevo primer ministros tras las elecciones legislativas que su gobierno organizaría durante el verano boreal.
Thaksin Shinawatra es acusado de dirigir al país desde el exilio, en tanto sus detractores buscan dejar fuera de juego a su clan.
Según los analistas, los manifestantes están apoyados por élites realistas, que consideran al “clan Shinawatra”, ganador en las legislativas desde 2001, una amenaza para la monarquía.