El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, admitió que fue un “error” haber concedido la organización del Mundial de fútbol de 2022 a Qatar.

A ocho años del inicio, y a pocas semanas de la inauguración del Mundial de Brasil, el debate toma amplitud sobre la organización de la competición más popular del mundo en ese rico país del Golfo, donde las temperaturas alcanzan en verano entre 40°C y 50°C.

“Sí, por supuesto”, dijo Blatter cuando un periodista de la radiotelevisión suiza RTS le preguntó si había sido un error haber otorgado el Mundial a Qatar debido al calor bochornoso del emirato. Pero “como usted sabe, todos cometen errores en la vida”, agregó.

“El informe técnico de Qatar indicaba efectivamente que hacía demasiado calor en verano, pero el Comité Ejecutivo (de la FIFA) decidió por una mayoría bastante amplia que se jugará allá”, contó Blatter.

Ante tal situación, “es más que probable” que el Mundial-2022 se juegue durante el invierno, agregó el timonel de la FIFA, que propuso en varias ocasiones modificar las fechas tradicionales del torneo.

“La mejor fecha sería hacia fin de año. Hay que ser un poco realistas. Para mí, si cambiamos, y hay que cambiarlas, porque no se puede jugar en verano aunque Qatar insista en ello, hay que jugar en invierno, a fin de año”, había afirmado el 21 de abril.

Blatter se había unido en ese punto a Jérôme Valcke, el secretario general de la FIFA, que había hablado de una competición “entre el 15 de noviembre y el 15 de enero como muy tarde”.

La FIFA había anunciado en diciembre de 2010 la atribución del Mundial 2022 al emirato, potente productor de gas y que basó su estrategia de comunicación internacional sobre una participación muy activa en el deporte mundial.

Doha afirma poder un día obtener los Juegos Olímpicos, organizará el próximo año el Mundial de balonmano y compró en 2011 el París SG, que acaba de ganar su segundo título consecutivo de campeón de Francia.

PRESIÓN FRANCESA Y ALEMANA

Pero la polémica no ha cesado nunca desde que Qatar obtuvo el Mundial 2022, con acusaciones de corrupción y denuncias por organizaciones de defensa de los derechos humanos, de condiciones de trabajo desastrosas de los obreros extranjeros en las obras del Mundial.

Blatter descarta con firmeza la cuestión de la corrupción pero habla de un potente lobby de París y Berlín. “No, no diré nunca que compraron (la competición)”, declaró, evocando la consecuencia del “empuje político” procedente sobre todo de Francia y Alemania.

“Sabemos muy bien que grandes casas francesas y grandes casas alemanas trabajan en Qatar. Pero no trabajan solo por el Mundial”, señaló Blatter, afirmando que la FIFA “no podía intervenir en las consideraciones políticas”.

En París, el presidente francés Nicolas Sarkozy había organizado en el Elíseo una reunión, con el presidente de la UEFA, Michel Platini, y el Primer ministro de Qatar antes de la atribución del Mundial.

Blatter afirma no estar sorprendido por esta reunión, ya que fue “informado inmediatamente después” en toda “transparencia”.

“Veo mal al presidente suizo (convocar) al presidente de la FIFA para decirle que hay que votar a éste o al otro”, añadió, sin embargo.

Por su parte, Qatar afirma estar preparado ante toda eventualidad, planeando estadios climatizados, en los que la temperatura sería mantenida alrededor de los 26-28 grados.