Fue el “patito feo” de su especie. En un mundo de exquisitos aromas y sabores, el CCN-51, el cacao clonado ecuatoriano, rechazado en principio por su acidez, conquista a los chocolateros del mundo y emerge como estrella en los mercados del grano.

“¡Ya es apetecido en el mundo!”, exclama victorioso Freddy Bustamante, un empresario de esta variedad de grano que ejemplifica bien el nuevo boom cacaotero, no exento de críticas, en los campos ecuatorianos.

Bustamante, quien dejó la ganadería para cultivar cacao clonado, compara el CCN-51 con la historia del patito feo que, tras el rechazo, se transformó en cisne envidiado.

Con 170 hectáreas de CCN-51 en su hacienda “Denise”, en Las Mercedes, en la provincia del Guayas (suroeste), este empresario resume el milagro: “Hoy es el cisne del cacao por calidad y productividad”.

Los mercados respaldan su optimismo: la producción de esta especie de cacao se quintuplicó entre 2005 y 2013, al pasar de 20.000 a 100.000 toneladas anuales. El año pasado, de las 205.000 toneladas de cacao que exportó Ecuador, uno de los líderes mundiales del sector, la mitad correspondió a CCN-51, según cifras oficiales.

Una expansión inimaginable cuando, en 1965, el agrónomo ecuatoriano Homero Castro hizo un injerto de varias cepas de cacao para combatir las plagas que azotaban los cultivos de cacao tradicional.

El resultado fue el CCN-51 (Colección Castro Naranjal), un clon resistente a los males, creado a partir de cepas Iquitos (ecuatoriano-peruana, 45,4%), Criollo (Amazonia, 22,2%) y Amelonado (Ghana y Centroamérica, 21,5%).

Pero la industria internacional marginó a esa variedad por su acidez y astringencia, unas características que reñían con la fama mundial del cacao fino y de aroma conocido como “nacional” o “de arriba”.

Desde hace más de dos siglos Ecuador exporta este tipo de grano, principalmente a Europa, fábrica del mejor chocolate del mundo.

Aunque cada vez más apetecido por un mercado en expansión por la demanda de China e India, el clonado todavía genera muecas de reprobación entre los cacaoteros tradicionales, pese a que los cultivadores descubrieron la forma para contrarrestar su acidez.

“No tiene los sabores secundarios: florales, frutales, a nuez que tiene el cacao viejo. Es un tema de calidad”, dijo a la AFP Santiago Peralta, chocolatero ecuatoriano que ha obtenido premios en el exterior con su marca Pacari.

Y añade: “Hemos ganado dos años seguidos el premio al mejor chocolate del mundo, no podemos utilizar cacao de baja calidad. Simplemente, no compramos del CCN porque no tiene las características icónicas” del cacao ecuatoriano.

El “salvador” de la industria chocolatera

Pero los productores de la variedad clonada desestiman esas críticas y, sobre todo, la consideran tabla salvadora de un mercado que busca cubrir el déficit mundial, que fue de 174.000 toneladas en 2013, según la Organización Internacional del Cacao.

“El CCN-51 se está convirtiendo en el salvador de la industria del chocolate y va a generar un boom para el desarrollo agropecuario ecuatoriano”, afirma Vincent Zeller, el tercer exportador de cacao de Ecuador, detrás de las multinacionales Nestlé y la estadounidense Transmar.

De origen alemán, este exportador sale al cruce de los detractores del fruto clonado. “Es el único sostenible en el mundo y en una década” va a dominar la producción local, señala.

En el puerto de Guayaquil (suroeste), Zeller, gerente de la exportadora Inmobiliaria Guangala, explicó a la AFP que el CCN-51 era ácido porque la técnica de fermentación que se utilizaba era la misma que para el “nacional”.

“Si un cacao tiene mal sabor no es porque es genéticamente malo; es porque el proceso postcosecha es malo”, añadió Zeller. Ahora, agrega, el CCN-51 tiene un “sabor elegante y más manteca que se derrite bien en la boca”.

En su oficina, desde donde se divisa a trabajadores paleando el cacao que se seca bajo el sol y guardando grano en sacors que irán a Estados Unidos y Japón, Zeller resalta que con buenas técnicas se pueden desarrollar gustos florales, frutales y de especies como los de cualquier cacao fino y de aroma.

Una receta contra la pobreza

Actualmente la tonelada CCN-51 se cotiza en 2.900 dólares, y su productividad es mucho más alta que la del cacao tradicional.

El consumo de chocolate crece más rápido que la producción de cacao, por ello Costa de Marfil y Ghana, principales exportadores del planeta, buscan aumentar el rendimiento de 400 a 600 kg por hectárea al año, según los exportadores ecuatorianos.

El CCN-51 “permite una producción de 2.000 a 3.000 kg por hectárea al año, lo que contrasta con la del ‘nacional’, que fluctúa de 300 a 500 kg”, explicó Zeller, para quien esta variedad también ofrece mayores posibilidades de trabajo a los cultivadores.

Ecuador, con su variedad clonada que está siendo sembrada en Perú y Colombia, tiene cómo cubrir el déficit que habrá en los próximos años y volver a ser el mayor exportador de cacao en el mundo.

“El CCN-51 llegó para quedarse y la industria debería gritar ‘¡bingo!”, exclamó por su parte Bustamante.