Por el equipo de EsMateria.com

Sabemos que los neandertales no son esas bestias brutales y sin corazón que creíamos que eran hace un siglo; hablaban, cocinaban su comida, enterraban a sus muertos y, de hecho, no son tan distintos de nosotros porque son parte de nosotros.

Sin embargo, hay diferencias genéticas evidentes entre los sapiens y nuestros antepasados. Y si compartimos genes, ¿a qué se deben esas diferencias?

Un grupo de investigadores ha descifrado esta semana parte de ese secreto. El estudio, realizado por científicos del Instituto Max Planck, la Universidad Hebrea de Jerusalén y las universidades de Oviedo y Cantabria, ha revelado por primera vez el epigenoma de dos de nuestros antepasados, neandertales y denisovanos, y lo han comparado con el nuestro.

El epigenoma es el conjunto de circunstancias que influyen en nuestra carga genética pero no modifican la secuencia del ADN, informó EsMateria.com.

El trabajo, publicado en la revista Science, aporta datos fundamentales de las diferencias epigenéticas entre sapiens, neandertales y denisovanos y, por ejemplo, explica los cambios morfológicos en los huesos de las distintas especies.

Así, el tamaño de las manos y los dedos, o la longitud del fémur, podría estar determinado por la epigenética y explicar las diferencias entre el desarrollo de nuestros huesos y los de nuestros antepasados.