El escritor colombiano Gabriel García Márquez, fallecido este jueves, fue el más conocido y leído autor del realismo mágico latinoamericano, la corriente que en el siglo XX sacudió la literatura en español.

Nacido el 6 de marzo de 1927 en el pueblo de Aracataca, en la zona Caribe de Colombia, García Márquez dejó una extensa lista de cuentos y novelas, de la cual “Cien años de soledad” (1967) es considerada como su obra cumbre.

Ambientada en el mítico Macondo, “Cien años de soledad” fue escrita en extenuantes jornadas en Ciudad de México, donde la familia acumulaba deudas, y para enviar el original mecanografiado a Argentina tuvo que empeñar la estufa, según reveló su biógrafo Gerald Martin.

Era agosto de 1966, cuando García Márquez junto a Mercedes Barcha, su pareja, llegaron como “dos supervivientes de una catástrofe” a la oficina de correos para mandar a Buenos Aires el manuscrito terminado de Cien Años de Soledad. Sólo pudieron enviar unas cuántas páginas con las monedas que tenían en los bolsillos.

“Volvieron a casa, empeñaron la estufa, el secador y la licuadora. Regresaron a la oficina de correos y enviaron el segundo bloque. Al salir, Mercedes se detuvo y se volvió a su esposo: ‘Oye, Gabo, ahora lo único que falta es que esa novela sea mala’”, relató el biógrafo en su libro.

Pero la recompensa le llegó en 1972, cuando por ella obtuvo el premio latinoamericano de novela Rómulo Gallegos.

En 1982 recibió el premio Nobel de literatura, y es recordado por haber acudido a la ceremonia en Estocolmo vestido de liqui-liqui, el tradicional atuendo caribeño.

Entonces, en un discurso de intenso contenido político, definió sus narraciones como “una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte”.