110.125 tapas de botellas de diferentes colores terminaron el mural más grande de Chile construido con este elemento, el que fue inaugurado en Quintero.
Fue la busquilla periodista, María Elizabeth Pérez, oriunda de la comuna, quien vio en esta idea una forma de dar una muestra del cuidado del medio ambiente a través del reciclaje.
Cuidado que -por cierto-, es más que necesario en una comuna devastada por el efecto de las empresas contaminantes que se instalan en su parque industrial, y que nada han hecho por cuidar la ciudad y a su gente.
108 metros cuadrados de puro amor, dice la iniciadora de esta obra que tras encantar a su grupo más cercano recibió el apoyo también del departamento de educación de la anterior administración municipal, con lo que llegó a las escuelas y colegios que se hicieron parte de la campaña de recolección del material y apoyaron también en la construcción del muro.
Fueron 10 los colegios que junto a unos activos precursores del proyecto pusieron manos a la obra un 12 de octubre de 2012, de la mano del la muralista Elvira Valenzuela, quien escaló y plasmó los diseños en el muro.
Fueron 12 motivos propuestos por cada establecimiento educacional los que dieron vida a la obra, que al verla hoy terminada después de 16 meses no es menos sentimiento que ver nacer un hijo, según manifestó la artista.
La iniciativa pionera en el país fue vista por su impulsora en una escuela argentina, siendo hoy el muro de tapas más grande del país que a poco andar ya se ha convertido en un ejemplo que quieren imitar en Punta Arenas, Arica, Talcahuano, Santiago Valparaíso y otras ciudades que se han contactado con la periodista para que les cuente la experiencia.
Manos pequeñitas y grandes, estudiantes, deportistas, profesores, padres, artistas… todos participaron entregando en el pegado de cada tapa un poco de amor en este muro que es parte del liceo más antiguo de la comuna, y en el que trabajaron también alumnos de este establecimiento, además de estudiantes de la escuela Lidia Iratchet, República de Francia, Valle de Narau, Juan Jose Tortel de Valle Alegre y Mantagua, y los colegios subvencionados Inglés, Santa Filomena, Alonso de Quintero y Don Orione.
Un muro lleno de amor y que es el ejemplo vivo de que con pequeñas cosas se puede hacer algo grande por la comuna que se ama.