El Salón del Libro de París, que rinde honor a la rica literatura argentina y generó una polémica en torno a la lista de escritores invitados, se inauguró este jueves en presencia de la presidenta Cristina Fernández.
“Estoy representando a 40 millones de argentinos y quiero agradecer a ‘La France’ de que haya designado a mi país como invitado de honor”, dijo la mandataria en el discurso inaugural.
Fernández abrió el evento acompañada por el primer ministro francés Jean Marc Ayrault y aseguró que da cita a “todos los hombres y mujeres con distintas visiones políticas e ideológicas pero que tienen algo en común: el arte y la posibilidad de transmitir ideas y pensamientos”. El salón estará abierto al público del viernes al lunes en el centro de exposiciones de la Puerta de Versalles, donde se esperan unos 200.000 visitantes.
Al cumplirse este año el centenario de su nacimiento, la feria rinde tributo especial a Julio Cortázar (1914-1984) y al caricaturista Quino, cuya principal creación Mafalda acaba de cumplir medio siglo. Ayrault dijo que Francia la nombró oficial de la Legión de Honor, máxima condecoración francesa atribuida por primera vez a un personaje de historieta.
El pabellón argentino fue cubierto con fotografías de grandes figuras de las letras del país sudamericano: Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Victoria Ocampo, Olga Orozco, Ernesto Sábato, Juan José Saer, Eduardo Mallea, Martha Lynch, Manuel Puig o María Elena Walsh.
“La literatura argentina está pasando por un gran momento, en la medida en que la democracia ha sido extraordinariamente estimulante para la producción literaria”, comentó a la AFP el escritor Mempo Giardinelli. “Quizá la característica de la literatura argentina de hoy es que no tenemos una o dos figuras consulares, pero esto es bueno, porque no tenemos una o dos figuras que imanten, sino muchas figuras en poesía, cuento, novela o ensayo, tenemos una literatura absolutamente plural, valiosa y traducida a muchísimas lenguas”.
Fernández, que se reunió el lunes pasado en Roma con el papa Francisco, comentó que el pontífice argentino le había pedido especialmente que el Salón no se olvidara de la obra de un autor poco recordado, Lepoldo Marechal, uno de sus favoritos.
Contrariamente a la Feria de Fráncfort, más enfocada en la industria editorial, el Salón de París pone énfasis en el contacto entre lectores y escritores.
Medio centenar de autores argentinos participan en el programa oficial que incluye conferencias, firmas de libros y encuentros con el público.
Quién está y quién no
Pero la selección no convenció a todos y semanas antes del evento algunos intelectuales denunciaron desde Buenos Aires que se privilegió a escritores supuestamente “K”, es decir allegados al kirchnerismo, o menos críticos con el régimen peronista.
Se deploraron ausencias de figuras como Alan Pauls, Martín Caparrós o Rodrigo Fresán. La deserción a último momento, oficialmente por “razones literarias”, de Ricardo Piglia, cuyo editor Gallimard está lanzando la traducción al francés de su última novela “El camino de Ida”, terminó de agudizar la polémica. El desaire del escritor de 72 años, cuya presencia estaba anunciada en los programas oficiales, generó malestar entre los organizadores.
La directora general de asuntos culturales de la cancillería argentina, Magdalena Faillace, comentó a la AFP que a la hora de organizar eventos culturales “siempre hay críticas, nunca nada a nadie le parece perfecto”.
“Piglia es un grandísimo escritor argentino, pero en general a las ferias del libro nunca ha podido venir, tiene muchísimos compromisos”, comentó con diplomacia Faillace, que aclaró no haber participado directamente en la selección de París pero que organizó entre otras la de la Feria de Fráncfort y volverá a hacerlo con la delegación argentina en Guadalajara.
Las polémicas literarias sobre presentes y ausentes no fueron monopolio de los argentinos. El Salón de París concentra parte de sus esfuerzos en conquistar lectores jóvenes y una antología destinada a la secundaria francesa también genera controversias: Marguerite Duras, Michel Butor o Alain Robbe-Grillet entraron al florilegio, pero no así François Nourissier, François Sagan o Jean d’Ormesson, deploró este jueves el matutino conservador Le Figaro.
El comisario general del Salón, Bertrand Morisset, minimizó las últimas estadísticas según las cuales los franceses leen cada vez menos. El sector vendió en 2013 un total de 356 millones de libros (-2,8% con relación a 2012) por 3.900 millones de euros (-2,7% menos). Poniendo al mal tiempo buena cara, Morisset prefirió destacar que el Salón recibe cada año un 3% más de visitantes que el anterior.