El presidente ruso, Vladimir Putin, se mostró este martes dispuesto a ratificar la integración de la Península de Crimea en Rusia, haciendo caso omiso de las sanciones occidentales decretadas la víspera contra Moscú.

Putin hablará en el Kremlin ante las dos cámaras del Parlamento ruso, los dirigentes de las regiones y representantes de la sociedad civil, dos días después del triunfo aplastante en Crimea de un referendo de adhesión a Rusia.

El Kremlin ha adelantado ya que el jefe de Estado está dispuesto a ratificar un acuerdo que prevé la reintegración en Rusia de la Península de Crimea, entregada a Ucrania por el dirigente soviético Nikita Jruschov en 1954.

La Duma, cámara baja del Parlamento ruso, ha adoptado una declaración de apoyo al pueblo de Crimea, prometiendo “garantizar la seguridad” de los crimeos “independientemente de su origen étnico, su lengua y su religión”, así como la estabilidad económica de la región, que la víspera anunció la adopción del rublo como moneda oficial. El grivna, la moneda ucraniana utilizada hasta ahora, será aceptada en paralelo hasta el 1 de enero de 2016.

Kiev ha pedido a la comunidad internacional que no reconozca la independencia de Crimea, proclamada el lunes por las autoridades de esta península rusófona, ni su futuro acuerdo con Rusia. Además, el gobierno de Ucrania ha movilizado parcialmente sus fuerzas armadas.

Putin firmó el lunes por la noche un decreto por el que reconoce la independencia de Crimea, etapa previa a un acuerdo de integración en Rusia.

SANCIONES OCCIDENTALES

Putin, que con esta crisis ha batido un récord de popularidad desde su vuelta a la presidencia en 2012, parece impasible ante las sanciones anunciadas por la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Japón.

Las sanciones europeas y estadounidenses afectan a un número limitado de responsables rusos y ucranianos, y en principio no conciernen al presidente ruso, aunque sí a varios asesores cercanos.

La Casa Blanca apuntó contra 11 personas: siete rusas y cuatro acusadas de colusión con Rusia en Ucrania, entre las cuales el destituido presidente Viktor Yanukovich y un consejero, así como dos dirigentes separatistas de Crimea, Serguei Axionov y Volodimir Konstantinov.

Entre los rusos, cuyos eventuales haberes en Estados Unidos quedan congelados, figuran el viceprimer ministro Dimitri Rogozin, la presidenta del Consejo de la Federación (cámara alta del parlamento ruso), Valentina Matvienko, así como dos consejeros cercanos de Putin (Vladislav Surkov y Serguei Glazyev) además de dos legisladores de la Duma.

Por su parte, los ministros de Relaciones Exteriores europeos “decidieron sanciones — restricciones de visas o congelamiento de haberes — contra 21 autoridades ucranianas y rusas”, anunció el ministro lituano Linas Linkevicius.

Axionov y Konstantinov figuran en esta lista, así como militares rusos activos en Crimea. Una fuente diplomática precisó que de momento no hay ministros del gobierno ruso.

Estas sanciones son inéditas en la historia de las relaciones entre la UE y Rusia desde el derrumbe de la Unión Soviética en 1991.

Japón se sumó este martes a las sanciones occidentales, y va a “suspender las negociaciones sobre la flexibilización de la política de concesión de visados”.

Descartada la opción militar, los occidentales cuentan con el impacto del creciente aislamiento internacional ruso y se reservan la posibilidad de imponer sanciones económicas y comerciales, que podrían tener consecuencias importantes dado que Estados Unidos y la Unión Europea son dos de los tres principales aliados de Moscú.

El ministro de Relaciones Exteriores francés, Laurent Fabius, dijo que Francia podría “contemplar” suspender la venta de buques militares Mistral a Rusia si “Putin sigue haciendo lo que hace”.

Además anuló su visita prevista este martes a Moscú con el ministro de Defensa Jean-Yves Le Drian, al considerar “inoportuno” ir allí el día en que Putin “va seguramente a anunciar la anexión de Crimea”.

El lunes, las autoridades separatistas de Crimea quemaron las etapas para volver a formar parte de Rusia, anunciando en cuestión de pocas horas la proclamación de independencia, la solicitud de unión a Rusia, la disolución de las unidades militares ucranianas en su territorio, la introducción del rublo y el paso al huso horario de Moscú el 30 de marzo.

Según el Parlamento de la península, las leyes ucranianas ya no se aplican y las autoridades de Kiev, instaladas tras la destitución de Yanukovich el 22 de febrero, no ejercen ninguna autoridad en su territorio.