Ucrania emitió este lunes una orden de arresto contra el destituido presidente Viktor Yanukovich por “el asesinato en masa” de manifestantes, y pidió a Occidente una ayuda financiera de 35.000 millones de dólares para evitar la bancarrota.
Tras la destitución el sábado de Yanukovich, con paradero desconocido, el presidente del Parlamento y jefe de Estado interino, el proocidental Olexander Turchinov, tiene hasta el martes para nombrar un nuevo gobierno que deberá preparar la elección presidencial del 25 de mayo.
La cuestión de la ayuda económica, en un país al borde de la asfixia, es igualmente acuciante, y será uno de los temas que abordará este lunes y el martes en Kiev la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton.
El ministro interino de Finanzas, Yuri Kolobov, evaluó este lunes en 35.000 millones de dólares la asistencia necesaria durante el periodo 2014-2015, y pidió ayuda a los países occidentales.
Las nuevas autoridades han propuesto por eso “la organización de una gran conferencia internacional de donantes con la Unión Europea, Estados Unidos, el FMI y otras organizaciones financieras internacionales, para obtener los fondos necesarios para la modernización y las reformas en Ucrania”, agregó.
La ayuda occidental sería especialmente bienvenida si Rusia, irritada por los repentinos cambios en Ucrania, decide suspender la ayuda de 15.000 millones de dólares prometida a Kiev en diciembre. De momento, Moscú sólo entregó 3.000 millones.
Turchinov advirtió el domingo que Kiev se verá abocado al impago de los 13.000 millones de dólares que debe reembolsar este año si Occidente no colmata la brecha abierta por la posible suspensión de la ayuda rusa.
El fin de semana, Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunciaron que estaban dispuestos a ayudar a esta ex república soviética, sumida en su peor crisis desde su independencia en 1991.
El ministro británico de Finanzas, George Osborne, dijo que la Unión Europea (UE) también está lista para aportar su apoyo.
“Es aún muy temprano, pero el pueblo de Ucrania parece haber demostrado su deseo de hacer avanzar su país y mantener vínculos más estrechos con Europa”, declaró Osborne a la prensa en Singapur, donde se encuentra de visita.
La sublevación en Ucrania se inició en noviembre, cuando Yanukovich decidió repentinamente dar la espalda a un acercamiento con la UE para preferir un acuerdo comercial con Rusia.
YANUKOVICH CON CAPTURA RECOMENDADA
La semana pasada, los enfrentamientos dejaron 82 muertos, una decena de ellos miembros de las fuerzas de seguridad.
El derramamiento de sangre ha llevado a las nuevas autoridades de Kiev a abrir una investigación criminal por “asesinato en masa de civiles” contra Yanukovich y otros responsables de su gobierno, ahora bajo orden de arresto, anunció el ministro interino del Interior, Arsen Avakov.
Avakov afirmó que Yanukovich intentó el sábado huir del país desde la ciudad oriental de Donetsk. De allí se dirigió el día siguiente a Crimea (sur) con un equipo de guardaespaldas y armas.
Desde entonces, añadió el ministro, Yanukovich y el jefe de su administración, Andriy Klyuev, “viajaron en tres coches hacia una dirección desconocida”.
El nuevo líder interino, por su parte, prometió buscar un equilibrio entre las aspiraciones europeas de Kiev y la relación con Moscú.
“Estamos dispuestos a un diálogo con Rusia, desarrollando nuestras relaciones en pie de igualdad (…) y en el respeto de la opción europea de Ucrania”, afirmó Turchinov.
Los dirigentes occidentales multiplicaron a lo largo del domingo los llamamientos a favor del respeto de “la unidad e integridad territorial del país”.
Una partición de Ucrania o un retorno a la violencia “no interesa a Ucrania, ni a Rusia, ni a la UE, ni a Estados Unidos”, estimó Susan Rice, una consejera cercana del presidente Barack Obama.
La canciller alemana Angela Merkel y el presidente ruso Vladimir Putin coincidieron en que “Ucrania debe dotarse rápidamente de un gobierno capaz de cumplir sus funciones, y en que la integridad territorial debe preservarse”, según un portavoz del Gobierno alemán.
La comunidad internacional teme que la crisis de estos meses haya ahondado la división entre el este de habla y sensibilidad rusa, mayoritario, y el oeste nacionalista y que habla ucraniano.
Aunque por ahora las regiones más allegadas a Moscú, en el sur y el este de Ucrania, no dan señales de secesión.