China debe tomar “fuertes contramedidas” tras la visita del primer ministro japonés, Shinzo Abe, al controvertido santuario Yasukuni en Tokio, opinaron este viernes los medios de prensa estatales, lo que refleja el aún ardiente resentimiento ante sus exinvasores.

La más radical de todas sería, sin lugar a dudas, como sugiere la prensa afecta al régimen, “poner a Abe y a los integrantes de su entorno político en una ‘lista negra’ de personas indeseables”.

Pekín expresó su fuerte oposición y convocó este jueves a su embajador en Tokio para que entregue una “dura protesta” después de que Abe visitara el santuario Yasukuni.

En este sitio, un templo sintoísta del siglo XIX, se honra a casi 2,5 millones de japoneses muertos en diferentes guerras, pero también a casi una quincena de funcionarios de alto nivel ejecutados por crímenes tras la II Guerra Mundial.

China no puede olvidar la invasión nipona en los años treinta del siglo pasado, “fuente de amargura” también para otros países asiáticos.

El Global Times, periódico en inglés que responde al gobernante Partido Comunista (PCC), que a veces se manifiesta con un perfil muy nacionalista, señaló: “China tiene que tomar contramedidas apropiadas, incluso excesivas, de lo contrario será vista como un tigre de papel”.

Además, propuso aplicar restricciones durante cinco años a los políticos y funcionarios japoneses que asistieron al santuario.

Fue la primera vez que un jefe de gobierno japonés en ejercicio visitó el santuario, después de que lo hiciera Junichiro Koizumi el 15 de agosto de 2006, aniversario de la capitulación japonesa al final de la II Guerra Mundial

El templo rinde homenaje a los 2,5 millones de japoneses caídos en diferentes conflictos, pero tiene muy mala reputación en el extranjero desde que se inscribieran en 1978 los nombres de 14 criminales de guerra juzgados en 1945 por los aliados.

Entre ellos figura el general Hideki Tojo, primer ministro de Japón durante el ataque a Pearl Harbor, que provocó la entrada de Estados Unidos en la guerra en 1941.

En Japón, la prensa se mostró crítica con la visita de Abe a este santuario, con excepción de la ultranacionalista, que la justificó como parte de sus “funciones” en tanto primer ministro.