Naciones Unidas, que acoge a miles de refugiados sursudaneses en sus bases y campos, advirtió a las diferentes facciones armadas enfrentadas en Sudán del Sur que las acusaciones de crímenes contra la humanidad serán investigadas.

“El mundo observa a todas las partes (enfrentadas) en Sudán del Sur”, declaró el lunes por la noche el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, durante una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la crisis sursudanesa, en un momento en el que empiezan a conocerse testimonios de asesinatos por motivos étnicos.

La ONU “investigará las acusaciones de graves violaciones de los derechos humanos y de crímenes contra la humanidad”, añadió, al afirmar que “los responsables de alto nivel deberán responder personalmente y afrontar las consecuencias, incluso si aducen no haber estado al corriente de los ataques”.

Sudán del Sur es escenario de intensos combates desde que el presidente Salva Kiir acusó a su ex vicepresidente Riek Machar, al que destituyó en julio, de un intento de golpe de Estado hace una semana.

Los hombres de Machar, que desmiente categóricamente estas acusaciones y acusa a Kiir de querer eliminar a sus rivales, tomaron dos capitales regionales estratégicas: la ciudad de Bor, en el estado inestable de Jonglei, y Bentiu, en el estado petrolero de Unidad.

Al menos 45.000 civiles sursudaneses se han refugiado en las desbordadas bases de la ONU en el país, entre ellos, 20.000 en la capital en Juba, indicó el martes la ONU.

Para hacer frente a la crisis, Ban recomendó al Consejo de Seguridad sumar 5.500 cascos azules más a los cerca de 7.000 ya presentes en el país.

Los combates y la violencia étnica que golpean desde hace una semana el país han provocado oficialmente unos 500 muertos, si bien los trabajadores humanitarios consideran esta cifra inferior a la real.

El conflicto alcanzó ya a la mitad de los diez estados del joven país, independiente desde 2011.

La comunidad internacional, con Naciones Unidas y Estados Unidos a la cabeza, llevan a cabo misiones diplomáticas para intentar frenar la escalada de violencia.

VIOLENCIA ÉTNICA

En medio de la escalada, se comenzaron a conocer testimonios sobre la violencia étnica cometida por las fuerzas gubernamentales y los rebeldes en todo el país. El conflicto tomó una dimensión étnica, al enfrentar a los nuer, tribu de Machar, con los dinka, etnia de Kiir.

Dos nuer, refugiados en una base de la ONU, indicaron que fueron arrestados junto a otros 250 hombres por soldados sursudaneses, que abrieron fuego contra ellos en un puesto de policía de Juba. Según ellos, simplemente por pertenecer a la misma etnia que Riek Machar.

“Para sobrevivir, tuvimos que cubrirnos con los cadáveres de otros (…) No tengo muchas ganas de hablar de ello”, dijo uno de ellos a la AFP.

El gobierno niega estar detrás de cualquier violencia de tipo étnico.

Otros testimonios apuntan a la puesta en marcha de un esquema de violencia de carácter étnico, como asesinatos y violaciones, desde que comenzaron los enfrentamientos el 15 de diciembre.

En otras regiones del país, otras informaciones indican ataques de los rebeldes contra los partidarios del presidente Kiir.

En el estado de Jonglei un ataque contra una base de la ONU por jóvenes nuer se saldó con la muerte de dos cascos azules indios. Naciones Unidas teme además que los civiles dinka, refugiados en el campo, hayan sido masacrados.

En Bor, a 200 km al norte de Juba, la situación es particularmente delicada. El ejército prepara el lanzamiento de una ofensiva para retomar la ciudad en manos rebeldes.