China colocó una sonda en la Luna, Corea del Sur puso su primer satélite en órbita, India lanzó una sonda de exploración de Marte y Japón un nuevo cohete de tres fases: en 2013, Asia irrumpió en la carrera espacial.

China se convirtió en diciembre en la tercera nación que logra llegar a la Luna, al realizar el primer alunizaje controlado y lento en 37 años, una proeza técnica que la hace ingresar al grupo de potencias espaciales formado por Rusia y Estados Unidos.

Esta operación es el preludio de un ambicioso programa que incluye el lanzamiento de un laboratorio espacial en 2015, una estación orbital en 2020 y el envío de un hombre a la luna, probablemente después de 2025.

En septiembre, Japón lanzó al espacio un telescopio de observación remota de planetas gracias al Epsilon-1, un cohete pequeño y fácil de poner en órbita que abre una nueva era de lanzadores a bajo coste. Y el 1º de diciembre, India lanzó con éxito una sonda destinada a explorar Marte. Por su parte, Corea del Sur había puesto en órbita en enero su primer satélite.

Los expertos señalan que esta carrera espacial entre países asiáticos tiene un lado preocupante y que, en cualquier caso, el mundo debe contar con nuevos actores de peso.

“China ha puesto en marcha una carrera espacial de importancia en Asia. Los indios observan atentamente lo que hacen los chinos, e incluso los surcoreanos aceleran el ritmo”, dice el experto experto australiano Morris Jones.

Vadim Lukachevich, un experto ruso del sector espacial, considera por su lado que “si los rusos no cambian su actitud burlona respecto a lo que hace China en el espacio, dentro de cinco a diez años la carrera se hará entre Pekín y Washington, sin Rusia”.

“Los satélites chinos son hoy más eficaces que los nuestros, y China quiere competir con Estados Unidos, no con Rusia”, agrega.

Pekín no parece contentarse con un simple papel de asociado en los programas espaciales, sino que pretende ser una referencia en este dominio en Asia.

India, aunque con medios mucho más modestos que China, está decidida a participar en la carrera espacial, y destinó el equivalente de 6.400 millones de dólares (4.660 millones de euros) a su programa espacial del periodo 2012-2017.

Los expertos estiman que los países de Asia, incluyendo China, no pueden destronar a la NASA ni a los otros grandes del sector antes de al menos dos decenios, pero agregan que rápidamente van a ser para ellos un competidor comercial.

Riesgos de “militarización” del espacio

“El aumento de las actividades espaciales en Asia va a sentirse en un principio, sin lugar a dudas, en el dominio de la explotación espacial”, dado que “China e India buscan mercados para sus lanzadores”, considera John Logsdon, especialista norteamericano y consultor de la NASA.

Pero esta competición podría sobrepasar el marco de las actividades civiles, científicas y comerciales, acotan varios expertos, que temen una “militarización” del espacio.

Ya en 2007, China ensayó un arma antisatélites, y, según portales de Internet especializados, habría ensayado en mayo pasado un nuevo misil balístico de alcance espacial.

Estados Unidos “está muy preocupado ante el aumento del arsenal espacial chino, que podría amenazar los sistemas de seguridad norteamericanos en el espacio”, afirma Logsdon.

Marco Aliberti, del Instituto Europeo de Política Espacial de Viena, afirma que también “Rusia empezó a mirar a China como una amenaza potencial”.

Es más, parecería que “para Estados Unidos, China ha pasado a ocupar el lugar que tenía la URSS en sus esquemas de seguridad”, añade.

Pero el avance chino preocupa también a la vecina India, cuyas relaciones con Pekín son tradicionalmente tensas.

“Aunque India reitera su oposición a la militarización del espacio, ha tomado en cuenta los progresos del arsenal espacial de sus vecinos”, señala Rajeswari Pillai Rajagopalan, del instituto independiente Observer Research Foundation (ORF). “Y por lo tanto, lanzó su primer satélite militar en agosto de 2013″, agrega.

Por razones ante todo financieras, aunque también diplomáticas, las potencias espaciales tradicionales y las emergentes tienen interés en aunar esfuerzos y en colaborar para realizar sus programas, sumamente costosos.

“La cooperación espacial puede tender puentes entre los diferentes países en cierto plazo, promover la cooperación y cimentar la confianza”, dice, optimista, Aliberti.

“El espacio es una poderosa herramienta de política exterior, que podría ser utilizado por los países occidentales y asiáticos para solucionar juntos problemas cruciales, como la protección del medio ambiente o el cambio climático, así como cuestiones relativas a la seguridad mundial”, concluye el experto.