El papa es popular, le gusta la gente, las multitudes. Jorge Mario Bergoglio es argentino, bonaerense, más precisamente. Fue peronista. ¿O lo es?

Pidió distinguir entre los gays y el lobby. Y dijo que lo que le molesta es esto último: el lobby político, de los negocios, de la masonería y el de los gays.

Francisco manifiesta dudas: no sabe qué hacer con el Banco del Vaticano. Lo confiesa. No recuerdo un papa que confesara públicamente sus dudas y diera una conferencia de prensa, por lo demás, sin pauta previa.
¿Está asegurado el éxodo, la sangría que ha sufrido la Iglesia? Claramente no. Pero puede ser el inicio de un camino para que los creyentes se sientan representados por una institución más humana y que no los avergüence. Es un inicio.

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