Al cumplirse el primer año desde la bullada estatización de la empresa petrolífera argentina YPF, el balance parece ser tan oscuro como su materia prima. Esto es lo que se desprende de la crítica realizada por el galardonado periodista económico Andrés Oppenheimer, quien no dudó en calificar la operación gubernamental como un “fiasco”.

El analista recurrió a datos oficiales de la empresa que evidencian cómo la producción de gas cayó un 3.7% durante los primeros tres meses de este año, mientras que el procesamiento de petróleo bajó un 0.7% en el mismo periodo.

La situación toma ribetes tragicómicos, considerando que mientras Argentina ha profundizado su crisis energética -que la hizo pasar de exportar a importar hidrocarburos- la plana directiva de YPF aprobó concederse a sí mismos un aumento que podría llegar al 67%, según el cálculo utilizado.

“La situación dista mucho de cumplir la promesa de la presidenta Cristina Fernández respecto de que la nacionalización aumentaría la productividad de YPF, poniendo fin a la importación de combustibles y ayudando a “recuperar nuestra soberanía”, describe Oppenheimer.

Si bien el periodista del Miami Herald admite que la situación de la empresa ya era deficiente estando bajo la propiedad de la española Repsol, las cifras demuestran que la situación lejos de mejorar ha ido empeorando.

“El gobierno de Fernández dice que Repsol ‘depredó’ a YPF, dejando de lado la inversión en nuevas exploraciones, llevándose un exceso de ganancias a casa y obligando a Argentina a gastar sus ya mermadas reservas en la importación de gas. Por su parte, Repsol dice que la política de congelamiento de precios estranguló sus operaciones pero que, aún así, invirtieron en exploraciones que llevaron a identificar reservas como la de Vaca Muerta, la tercera reserva de gas pizarra del mundo”, explica el analista.

Pese a ello, gran parte de las críticas apuntan al gobierno de Cristina Fernández y su difunto marido, Néstor Kirchner. Una declaración firmada por 8 ex ministros de energía del país los sindica como culpables de la crisis económica, por pasar los últimos 10 años “consumiendo combustibles de forma irresponsable sin invertir en aumentar la oferta disponible”.

“Existen casos de empresas petrolíferas estatales exitosas -como la noruega Statoil- pero la expropiación de la argentina YPF es un caso de estudio de lo que sucede cuando un gobierno populista con pocos cheques y balances nacionaliza una gran empresa”, afirma Oppenheimer, no sin antes advertir sobre el riesgo de repetir la experiencia en otros países latinoamericanos.

“Es una película que ya hemos visto muchas veces antes, como en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Sin embargo el hecho de que los gobiernos latinoamericanos insistan en adoptar políticas pseudo-nacionalistas que fallan miserablemente nunca deja de sorprenderme”, concluye.