Durante esta semana, la Cámara Chilena de la Construcción aseguró que la Región de Antofagasta lidera el ranking del Índice de Actividad de la Construcción Regional (INACOR), al generar un aumento de 37,2% en doce meses.
Del mismo modo, por segundo año consecutivo, la región obtuvo el primer lugar en el Índice de Costo de Vida de Ejecutivos (ICVE) 2013 de la Universidad del Desarrollo, estimando el gasto mensual de un hogar ABC1 en $2.250.000, cuyo 40% se destina a gastos de vivienda (arriendo y servicios básicos).
Si relacionamos ambos indicadores, nos hace sentido que el rubro de la construcción aumente a pasos agigantados. Qué duda cabe que se trata de un gran negocio, se compra un inmueble y al poco tiempo ya se puede arrendar a la gran masa de ejecutivos que migra por labores mineras a la Región de Antofagasta.
Bajo este escenario, pareciera que Antofagasta se desarrolla sin tregua alguna, al igual que su gente y comunas aledañas. Lamentablemente la realidad y los índices de pobreza no dan cuenta de ello. Analicemos algunos puntos.
En primer lugar, encontramos que la única ciudad de la región que cuenta con un relleno sanitario en funcionamiento es Calama, el resto cuenta con vertederos municipales, cada vez más extensos, dada la creciente población que, además de trabajar, produce residuos sólidos domiciliarios.
Luego, está el parque automotriz, basta estar en ciudades como Antofagasta y Calama para notar que encontrar un lugar donde estacionarse, a la hora que sea, es una tarea que demanda un minucioso ejercicio de paciencia. Y así, suman y suman las emisiones de CO2.
Ahora, en cuanto a la mejora de espacios públicos, los diversos municipios tienden a invertir en plazas, paseos peatonales, remodelaciones del borde costero y, como Antofagasta, en la remodelación de un Estadio Regional del más alto nivel. Sin embargo, han olvidado invertir también en el manejo de los residuos y escombros que estas construcciones producen.
¿Cómo olvidar que a pocos días de ser inaugurado el Estadio Regional se difundía que los escombros, archivos y mobiliario extraídos de las construcciones en remodelación, fueron a parar durante todo el período que duró la construcción, a las canchas aledañas?
Al parecer Antofagasta relaciona sustentabilidad con grandes inversiones en energías renovables, seminarios para compartir ideas de sustentabilidad y costosas exposiciones en las que empresas muestran las tecnologías que les permiten ser ambientalmente responsables y dar sostenibilidad a sus procesos. Todo lo cual ciertamente contribuye al crecimiento, pero no necesariamente al desarrollo de la región.
Para dar un paso hacia la coherencia entre el costo y la calidad de vida en esta región, es necesario que la articulación de actores se dé en torno a cuestiones sencillas, pero que mejorarían la valoración que cada vecino y vecina hace del lugar que habita. En este sentido, calles con más basureros y en mejor estado, así como estacionamientos adecuados para las cientos de “camionetas mineras” que circulan, harían de las ciudades del norte un lugar más agradable en lo cotidiano.
La lógica de la territorialidad indica que sólo será posible darle sustentabilidad a la región en la medida que los organismos públicos y privados releven la participación ciudadana en la definición de sus inversiones. Ello, considerando que la misma persona que pasa día a día por varios hoyos en el camino de su casa al trabajo (ya sea a pie o en auto), difícilmente tendrá la disposición o el interés para ponerse a pensar en el desarrollo sostenible de la región, ya que sus necesidades básicas no están resueltas. Recordemos que la teoría de las necesidades de Abraham Maslow pone la autorrealización, la creatividad y la resolución de problemas en la cumbre de la pirámide.
El territorio, entonces, deja de tener un sentido únicamente geográfico y toma matices socioeconómicos y culturales que lo definen, y cuyos actores comprenden y experimentan diariamente, por lo que se hace necesario escucharlos e incorporar lo que dicen a los proyectos regionales. De este modo, la Antofagasta podría dejar sólo de crecer, para empezar a desarrollarse.
Gloria Arriagada
Psicóloga de la Universidad del Mar y Magister en Gestión Integral de Proyectos de la Universidad Católica del Norte Se especializa en gestión de proyectos de desarrollo sostenible en la industria minera y en organizaciones de la sociedad civil, incluyendo aspectos como medioambiente, responsabilidad social, control de costos y gestión de presupuesto.