Centenares de peruanos marcharon el sábado por las calles de Lima en defensa de la vida y en contra del aborto en una manifestación pacífica convocada por la Iglesia católica y liderada por el cardenal Juan Luis Cipriani.
“¡Viva la familia¡, ¡Viva la vida!, ¡Viva la iglesia, ¡Viva el Perú” exclamó en tono eufórico el cardenal Cipriani ante los participantes al concluir la masiva marcha que duró tres horas bajo un sol abrasador.
“Es tiempo de manifestar para que quienes manejan las leyes del país no ataquen a la mujer ni a la vida”, dijo Cipriani en alusión tácita a un proyecto legislativo archivado desde 2009 que busca legalizar el aborto por violación.
Durante la marcha los manifestantes, entre quienes había ancianos, adultos y niños, lucieron carteles con las frases “Sí a la vida”, “No al aborto”, con muchos ataviados usando polera blanca con el lema “Marcha por la Vida”.
La caminata se extendió a lo largo de hasta seis calles y se realizó en el marco del “día internacional del Niño por Nacer”, señalaron los organizadores que negaron un carácter confesional a la jornada.
La marcha, que se realiza todos los años en coincidencia con el denominado “día internacional del Niño por nacer”, tiene como fin sensibilizar a la población sobre el valor de la vida desde el primer instante de la concepción.
El cardenal Cipriani es también arzobispo de Lima y una emblemática figura del Opus Dei en América Latina.
Perú es un país de amplia mayoría católica (85%) y en donde el aborto está penalizado, salvo por razones médicas.
En Perú está permitido el denominado aborto terapéutico, que se realiza para salvar la vida de la mujer gestante o evitar un daño permanente en su salud física o mental.
Los grupos antiaborto peruanos están muy activos desde que Perú decidió en 2009 promover la ‘píldora del día siguiente’ -que la iglesia católica considera abortiva- como parte de su política de salud pública de evitar los embarazos no deseados.
Grupos feministas estiman que anualmente en Perú hay 376.000 abortos, la gran mayoría en condiciones inseguras y practicados a mujeres de pocos recursos económicos. Esas cifras son puestas en duda por el clero.