El sábado empezó la Tapati, la principal fiesta de la isla, que rememora la llegada de los polinésicos y de Hotu Matu’a su primer Ariki Henua a la playa de Anakena. Al mismo tiempo, casi todos quieren olvidar la desoladora historia de la lepra en la isla, pero Papiano Ika, el último interno, murió el lunes 28 de enero, volviendo a ventilar esos dolorosos acontecimientos.

No está claro cómo llegó la lepra a la isla. Algunos dicen que llegó de Tahiti o de Perú. Alberto Hotu asegura que llego en el Angamos, cuando el 9 de septiembre de 1888 Policarpo Toro tomó posesión de la isla en nombre de Chile. Por eso a la lepra le decían revahiva, es decir bandera del continente o bandera chilena.

En 1905 se toma conciencia del tema y en 1916 el obispo castrense Rafael Edwards constata la pésimas condiciones en que vivían 11 rapanui. Un año más tarde un médico pronosticó que “cuatro o cinco resultaron ciertamente leprosos, tres o cuatro eran dudosos y algunos parecía indudable que no tenían rastro de tal enfermedad”.

De ahí en adelante se suceden errores, desaciertos y abusos, acusaciones graves y versiones contradictorias sobre la lepra y muchos temas más. Pero todos coinciden en que la isla estuvo estigmatizada por muchos años y que la precariedad con la que se abordó el tema muchas veces fue extremo. Por ejemplo que el personal muchas veces no estaba capacitado y era insuficiente, a punto de darles productos para animales (para ovejas, los que utilizaba la Compañía Williamson Balfour que tenía “arrendada” la isla para criar ovejas y que tuvo recluido a los isleños a determinados sitios, sin libertad para trasladarse por su propia isla) a los enfermos, o medicamentos con los que ellos experimentaban, o hacerles beber metapio. O abusos como desnudar a las familias enteras -hombres, mujeres y niños- para examinarlos, a las vista del personal y de extraños.

Las denuncias son muchas. De castigos físicos, apaleos, de violaciones, de recluir personas en el leprosario con diagnósticos mal hechos o por simple castigo.

Papiano Ika

Papiano nació en 1927 y fue internado a los 15 años. Pero también está la versión que, estando recientemente casado, quiso seguir a su mujer que fue internada.

La lepra tuvo cura en la década del 50 y a mediados del 60 buena parte del leprosario fue demolido. Papiano quedó con secuelas graves y se quedó viviendo en los terrenos hasta su muerte.

Con él se va una fuente importante de información sobre una de las páginas más oscuras y tristes de nuestra historia. Entre otras, el haber ayudado a una fuga de enfermos que naufragó.

Hasta último momento el conflicto que genera el tema estuvo presente. La polémica surgió porque algunos –incluido el alcalde- quisieron enterrar a Papiano en el Cementerio de Isla de Pascua, posiblemente como una forma de reparación e inclusión. Otros querían respetar la voluntad de Papiano, que era ser enterrado con los suyos, con sus compañeros de reclusión, humillaciones y tormento: en el cementerio del leprosario. Ahí finalmente están sus restos.

Otras víctimas

Pero Papiano no era el último enfermo. Quedan algunos, con secuelas físicas menores, como haber perdido los dedos de sus manos, y muchos recuerdos, la mayoría dolorosos y desgarradores.

Deuda

Queda pendiente una historia más consensuada y el reconocimiento de tanta negligencia, abandono, errores, abusos y delitos cometidos contra estos rapanui. Y las disculpas del Estado de Chile y de la Armada. Y también de la empresa.

Información

Hay bastante publicado sobre Isla de Pascua. Vale recomendar Rongo, la historia oculta de Isla de Pascua, de Patricia Stambuk, de editorial Pehuén (2010).

Restos del Leprosario, Isla de Pascua

Restos del Leprosario, Isla de Pascua