La aprobación en el Senado de la Ley de Pesca deja en el aire una serie de reflexiones, que el periodista Nibaldo Mosciatti abordó, buscando analizar cómo queda la consistencia del discurso de los Congresistas con lo que finalmente votan en sala.

¿Se puede confiar en los parlamentarios? ¿Hasta qué punto? O, ¿en cuáles sí y en cuáles no?, para no generalizar. ¿O depende de los intereses involucrados de la materia que están tratando?

Las preguntas son pertinentes cuando, en ocasiones, se ve la actuación de Senadores y Diputados.

Lo que ha ocurrido con la ley de pesca parece darme la razón. Al final, con modificaciones mínimas, el mar seguirá privatizado, como se privatizó bajo el gobierno de Ricardo Lagos, y se reconocerá un derecho histórico a los grandes industriales que, por pescar desde hace tiempo, corrijamos, por depredar hace demasiado tiempo, han conquistado el privilegio de poder seguir haciéndolo.

Reitermos que esta ley se está aprobando básicamente porque la Democracia Cristiana, con más de algún senador ligado a la pesca industrial, está votando junto al Gobierno.

Hay, aquí, una deriva política, que es la diferencia en este tema entre el grueso de la DC con el grueso del PS, el PPD y el PR. Son diferencias en la Concertación referidos a temas muy profundos para la ciudadanía, que involucran temas como la privatización de recursos naturales y la explotación de éstos, también el sistema de concesiones, etcétera.

Con esas diferencias, será la Concertación capaz de ofrecer un programa de gobierno para las próximas elecciones mínimanente coherente, o con una posición definida sobre estas cuestiones. ¿O serán puros lugares comunes, para no definirse? ¿O se definirán sabiendo que no van a hacer nada al respecto?

Con esas alternativas sobre la mesa, ¿cómo confiar en nuestros parlamentarios?

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