La tregua ofrecida por la guerrilla FARC al comenzar esta semana en La Habana pláticas de paz con el gobierno de Colombia será en la práctica imposible de verificar, en un país que carece de mecanismos para supervisarla y en el que actúan una gran variedad de grupos armados.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas) ofrecieron esta tregua unilateral de dos meses como una señal de su compromiso con el proceso de paz, pese a que el gobierno ha descartado un cese el fuego.
“Es absolutamente imposible comprobar esa tregua de las FARC, porque no hay ningún organismo de control”, dijo a la AFP Alfredo Rangel, director de la Fundación Seguridad y Democracia, que estudia la violencia en Colombia.
“Cuando haya enfrentamientos no se podrá saber si se trató de una acción ofensiva de la guerrilla, en violación con su compromiso, o si fue una acción defensiva después de una operación de las fuerzas armadas”, explicó.
En Colombia nunca se ha instalado un sistema internacional de verificación de un alto el fuego, ni siquiera en los años 1980, cuando las FARC y el gobierno del entonces presidente Belisario Betancur acordaron un cese bilateral de las hostilidades, durante el primer intento de paz con esa guerrilla.
“No hubo control y al final ninguna de las dos partes cumplió con la tregua, echando la culpa al otro”, evocó Rangel, al destacar la importancia de la propaganda en el conflicto armado de casi medio siglo.
Para el politólogo Alejo Vargas, de la Universidad Nacional de Colombia, un alto el fuego “es tan complejo como implementar los acuerdos finales”.
“Un cese al fuego real implica todo un sistema de verificación, probablemente localización de fuerzas. No creo que las FARC estén dispuestas a ubicar sus frentes en determinadas regiones”, dijo Vargas a la AFP.
Diversidad y alianzas de grupos armados
Para Javier Ciurlizza, responsable para América Latina del centro de investigaciones Crisis Group, “el anuncio del cese al fuego unilateral es una buena noticia”.
Sin embargo, coincide con los otros expertos en que “será muy difícil verificarlo más allá de la cobertura de los medios y las declaraciones de las FARC y del gobierno”.
Y es que en el conflicto armado de Colombia, el más prolongado de América Latina, han confluido a lo largo de cinco décadas una gran variedad de grupos armados, incluyendo paramilitares de extrema derecha y narcotraficantes, que eventualmente han concretado alianzas en el terreno, independientemente de sus ideologías.
“En varias regiones existen alianzas entre grupos armados. Cuando hay violencia es complicado establecer quién es el responsable”, señaló Rangel.
Además de las FARC, actualmente se encuentra activa en Colombia otra guerrilla izquierdista, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que también ha expresado su disposición a un diálogo con el gobierno.
Asimismo, actúan varias bandas criminales que integran ex paramilitares y narcotraficantes.
“Las organizaciones que están en mejor pie para contribuir a una verificación (de la tregua de las FARC) son las agencias humanitarias que tienen presencia en las zonas mas afectadas por el conflicto”, opinó Ciurlizza.
Sin embargo, un organismo como la Cruz Roja Internacional tiene obligación de reserva y no puede tomar posición, y en el caso de la Organización de Estados Americanos se requeriría una petición directa del gobierno, precisó este analista.
Las autoridades colombianas se muestran decididas a no aflojar la presión militar sobre la guerrilla, que en la última década ha sufrido duros golpes por parte de las fuerzas armadas y cuenta en este momento con unos 9.200 combatientes, la mitad de los que tenía a fines de los años 1990.
Y ya algunos responsables militares han asegurado que las FARC incumplen con la tregua anunciada, particularmente en la región del Cauca, en el suroeste.
“En una mano tienen la bandera blanca, y con la otra siguen activando minas contra los soldados”, dijo a la AFP el general Jorge Humberto Jerez, comandante de la fuerza de tarea Apolo, que opera en esa región montañosa, estratégica para la salida de drogas.