Partió con fuertes dolores a la columna que llevaron a los médicos curicanos a diagnosticarle lumbago y hasta una hernia lumbar. Pero nada de eso era efectivo.

En enero de 2012 el obrero de la construcción Miguel Ángel San Martín recibió la impactante noticia: sus dolores correspondían a un avanzado cáncer vesicular y hasta con metástasis en órganos como el hígado y páncreas.

Drama familiar no sólo para este trabajador curicano de 39 años, sino también para todo su entorno, su mujer, sus dos hijos de 18 y 20 años y para su madre, quien ahora lo cuida en su lecho de enfermo. Hace poco más de un mes cayó a la cama en condición de postrado, donde recibe el apoyo del policlínico de ayuda del dolor.

Su mujer debe trabajar como manipuladora de alimentos para llevar el sustento familiar. Miguel Ángel San Martín hasta el año pasado gozaba de muy buena salud y se desempeñaba como ágil obrero de la construcción, donde prestó servicios para varias compañías en Concepción, Chillán y Cauquenes.

Pero el drama es doble para este curicano. Acepta con resignación la enfermedad, para la cual los especialistas en Talca le dieron meses de sobrevida y para colmo, el Compin en Concepción se niega a la cancelación de sus licencias -increíblemente- por letra ilegible en el diagnostico médico, por exceso de reposo y porque su última empresa terminó toda relación laboral.

Todo esto tiene destrozada a la familia del paciente, por lo que su mujer, Virginia Morales Lara, clama por ayuda de las autoridades para resolver el pago de las licencias médicas, que ya suman cinco.

Este doloroso caso humano y social se da en el pasaje Tallín 2704, Villa Don Sebastián de Rauquén, donde lamentablemente poco a poco se está apagando la vida de este curicano, padre de familia y trabajador esforzado de la construcción.