El gobierno francés afirmó el jueves que expulsará del país a los islamistas radicales extranjeros que amenacen el orden público, al inaugurarse en Estrasburgo (nordeste) una nueva mezquita, dotada de la mayor sala de plegaria musulmana de Francia.
“No vacilaré en hacer hacer expulsar a los que se reclaman del islam y representan una amenaza grave para el orden público y que, extranjeros en nuestro país, no respeten nuestras leyes y nuestros valores”, declaró el ministro francés del Interior y de Cultos, Manuel Valls.
“Los predicadores del odio, los partidarios del obscurantismo, los integristas, los que quieren atacar nuestros valores y nuestras instituciones, lo que niegan los derechos de las mujeres, no tienen lugar en la República”, dijo el ministro.
“Los que están en nuestro territorio para desafiar nuestras leyes, para atacar los cimientos de nuestra sociedad no tienen que permanecer en ella”, agregó.
“El racismo, el fundamentalismo no son el islam”, recalcó Valls, saludando “la prudencia de los responsables del culto musulmán” que exhortaron a la calma a su comunidad tras la publicación por un semanario satírico de caricaturas de Mahoma, y “la madurez que demostraron los musulmanes de Francia” en esa ocasión.
“Para estar en Francia o para vivir en Francia, no hay ninguna necesidad de renunciar a su fe ni de renegar de sus orígenes”, agregó.
La inauguración de la mezquita de Estrasburgo se realiza en un contexto que sigue siendo tenso a raíz de la difusión de una película norteamericana islamófoba, que provocó la ira del mundo musulmán, y la publicación por el semanario satírico francés, Charlie Hebdo, de caricaturas del profeta Mahoma.
Las autoridades francesas decidieron a fines de la semana pasado medidas excepcionales de seguridad, cerrando temporalmente embajadas y colegios franceses en países musulmanes. Tras llamados a manifestar el sábado hechos a través de las redes sociales, prohibieron manifestaciones en Francia y desplegaron un fuerte dispositivo policial preventivo, pero finalmente sólo unas 50 personas respondieron a esos llamados y no se produjo ningún disturbio.
Hito esencial de la diversidad religiosa
Situada a menos de dos kilómetros de la catedral, la nueva mezquita de Estrasburgo puede recibir unos 1.500 fieles en su sala de 1.300 m2, la mayor de Francia. El edificio está coronado por una imponente cúpula de 16 metros de diámetro, pero no tiene alminares.
Es “un hito esencial en la historia de la ciudad de Estrasburgo y de su diversidad religiosa”, declaró su alcalde, Roland Ries.
“Este proyecto superó no pocas dificultades, pero terminó por realizarse. La gente está contenta de tener un lugar digno para sus rezos. Esto refuerza el sentimiento de pertenencia total y definitiva a la comunidad nacional”, estimó Said Aalla, presidente de la asociación que administra la mezquita.
Manuel Valls recalcó asimismo en la inauguración que es “hora de que el islam de Francia asuma plenamente sus responsabilidades y se organice” para tratar los verdaderos problemas, como el financiamiento de los lugares de culto y la formación de los imanes y capellanes.
La construcción de la mezquita de Estrasburgo costó 10,5 millones de euros, 26% de los cuales financiados por las instancias administrativas locales, 37% por el gobierno marroquí y 13% por Arabia Saudita y Kuwait.
A la inauguración asistieron representantes de esos países y de otras religiones (católica, protestante, judía), así como el presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán, Mohammed Moussaoui.
La comunidad musulmana de la aglomeración de Estrasburgo cuenta entre 40.000 y 60.000 personas, es decir entre 8% y 12% de la población.