Los hongkoneses votan este domingo para renovar el Parlamento, en unas elecciones sin suspense dado el control de China sobre la política del territorio semiautónomo, pero cruciales para los prodemócratas, que batallan para imponer el sufragio universal.

Cerca de 3,5 millones de electores pueden votar y los resultados deberían conocerse el lunes.

Por primera vez desde la retrocesión de Hong Kong a China en 1997, más de la mitad de miembros del consejo legislativo, designado por cuatro años, se elige por sufragio directo.

Los otros miembros son designados por un doble sistema de grandes electores, mayoritariamente favorables a Pekín.

El Consejo Legislativo Hongkonés pasará de 60 a 70 representantes y 40 de ellos sometidos al sufragio directo.

Hace cuatro años, la oposición demócrata, que encabezan el Partido Democrático y el Partido Cívico, logró 19 de los 30 escaños sometidos al sufragio directo.

Los demócratas aspiran por lo menos a mantener la relación de fuerzas para pesar lo más posible para que China cumpla su compromiso de instaurar el sufragio universal directo, en 2017 para la jefatura del Gobierno y en 2020 para el Parlamento.

“Si los pandemócratas son capaces de obtener la mitad de los 70 escaños, contarán con el apoyo necesario para la instauración del sufragio universal en 2017″, estima el politólogo hongkonés Willy Lam.

Si quedan peor, no podrán impedir que “el establishment” prochino “imponga leyes antidemocráticas”, advierte.

Desde su retrocesión por Gran Bretaña, Hong Kong se rige por un estatuto de región administrativa especial (RAS) y goza en principio de una amplia autonomía en virtud del modelo “un país, dos sistemas”.

Sus habitantes tienen una libertad de palabra desconocida en el continente pero Pekín controla la vida política local.

Los demócratas vieron con inquietud la elección en marzo pasado de un nuevo jefe del Ejecutivo hongkonés, Leung Chun-ying, designado por un colegio de 1.200 grandes electores mayoritariamente favorables a Pekín, y temen nuevas restricciones en el acuerdo de retrocesión.

La víspera de los comicios, el Gobierno anunció que renunciaba a su controvertido proyecto de imponer clases obligatorias de patriotismo chino en las escuelas.

Mediante una enmienda, “conferimos autoridad a las escuelas para decidir cuándo y cómo desean introducir clases de moral e instrucción cívica”, declaró el jefe del Ejecutivo hongkonés.

Una manifestación congregó el viernes a 100.000 personas contrarias a ese proyecto delante de la sede de gobierno. Durante el verano, decenas de miles de manifestantes denunciaron lo que consideraban un intento de lavado de cerebro de los niños a base de propaganda china.

Unos 400.000 manifestantes desfilaron a finales de junio durante la visita a la megápolis del presidente chino, Hu Jintao, que garantizó entonces la adhesión “inquebrantable” de China al estatuto particular de Hong Kong.