El ejército sirio recuperó este jueves los barrios cristianos del centro de Alepo controlados por los rebeldes, tras dos días de intensas luchas, mientras los combates causan estragos en otros lugares de la metrópoli del norte de Siria y en Damasco y sus alrededores.

Los insurgentes, que se hicieron con el control de una parte de los barrios cristianos de Alepo, fueron expulsados de Telal, Jdeidé y Sleimaniye.

“Los combates del lunes al martes fueron muy violentos y duraron muchas horas antes de que el ejército lograra expulsar a los rebeldes y detener a decenas”, contó por teléfono a la AFP un habitante que no quiso ser identificado.

“El ejército trata de establecer parcelas de seguridad”, es decir dividir los barrios en varios sectores, tomando el control de las calles principales con hombres y tanques para después “limpiar cada parcela”, explicó una fuente de seguridad.

Según el habitante contactado por la AFP, “cientos de vecinos de los barrios limpiados han salido a las calles de Telal, y han ido hasta el barrio de Sleimaniye para expresar su alegría y su apoyo al ejército”.

Desde el inicio de la revuelta contra el régimen en marzo de 2011, una gran parte del clero cristiano, temerosa de que los islamistas tomen el poder, mostró su apoyo al presidente Bashar al Asad.

Otros barrios de Alepo, como Sajur, Tarik al Bab, Bustan al Qasr y Al Shaar fueron bombardeados con artillería pesada, según militantes. También hubo combates en el barrio de Saladino, principal bastión rebelde, precisó el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

Mientras tanto, en Damasco continuaban con intensidad los combates y los bombardeos.

Este jueves se concentraron en un arco entre Hajar el Aswad, un barrio del suroeste de la capital, y Daraya, en el sur, según los activistas.

“Hay combates importantes en varios sectores de Damasco y de su periferia”, explicó a la AFP por Skype Samara, una militante antirrégimen residente en la capital siria.

En algunos sectores, “las fuerzas del régimen efectúan ejecuciones sumarias, y destruyen las casas de los opositores para aplastar la revuelta de una vez por todas”, abundó el presidente del OSDH, Rami Abdel Rahman.

Daraya lleva siendo bombardeada dos días, según Abu Kinan, otro activista antirrégimen, que describe una situación “trágica”.

Pero según un comandante rebelde que se presenta como Selim, los rebeldes de Damasco pueden contar con “colaboradores” en el seno del ejército, que les “transmiten informaciones sobre (sus) movimientos”.

Según un balance provisional del OSDH, este jueves murieron 111 personas en todo el país (71 civiles, 31 soldados y nueve rebeldes). Diecinueve cadáveres fueron además descubiertos cerca y dentro de Damasco.

24.495 muertos en 17 meses

Desde el comienzo del movimiento de protesta en marzo de 2011, que se recrudeció por la represión del régimen, 24.495 personas murieron: 17.281 civiles, 6.163 soldados y 1.051 desertores, según el último balance proporcionado por el OSDH.

“Es una vergüenza que la comunidad internacional permanezca dividida sobre Siria, despreciando las pruebas sobre la amplitud y la gravedad de las violaciones de los derechos humanos, cuando los civiles están pagando el precio”, afirma Amnistía Internacional en un comunicado.

Las divisiones entre el campo ruso-irano-chino que apoya al régimen de Asad y el de los occidentales y numerosos países árabes que quieren su caída impiden la resolución del conflicto y también, según la ONU, una ayuda humanitaria mejor a los refugiados.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, anunciaron desde Berlín que insistirán “para que el Consejo de Seguridad de la ONU tome las decisiones necesarias y para que el diálogo internacional avance, sobre todo en cuanto a la situación humanitaria”.

El Consejo de Seguridad celebrará el 30 de agosto en Nueva York una reunión ministerial sobre la ayuda humanitaria a Siria.

Francia apuntó además que merece estudiarse la instauración de una zona de exclusión aérea en una parte del territorio sirio.

Por su parte, el viceministro de Relaciones Exteriores sirio, Faysal Meqdad, anunció que Siria cooperará con el nuevo emisario internacional Lakhdar Brahimi para poner en marcha “un diálogo nacional” lo “más rápido posible”.

Viendo en la “injerencia extranjera” la “principal” causa de la crisis, Meqdad pidió a Brahimi que “juegue un papel activo” ante “las partes que no quieren una resolución de la crisis, y en particular las que arman y financian a los terroristas”, término empleado por el régimen para referirse a los rebeldes.

El viceministro acusó a Turquía de “dar a esos terroristas, incluidos los de Al Qaida, un acceso libre a Siria”.