Estados Unidos, el país que más medallas ha ganado en Juegos Olímpicos de verano, marcha hacia Londres-2012 dispuesto a reconquistar el trono olímpico que le fue arrebatado por China hace cuatro años en Pekín.

Los atletas estadounidenses han competido en cada convocatoria de los Juegos Olímpicos estivales desde la primera reunión en Atenas-1896, excepto Moscú-1980, cuando su país decidió boicotearlos en protesta por la invasión soviética a Afganistán.

La nación del Tio Sam ha ganado un total de 2.296 medallas, de las cuales 929 son de oro.

En Pekín-2008, los anfitriones chinos ganaron la puja al conseguir 51 metales dorados, 21 de plata y 28 de bronce para un total de 100, mientras Estados Unidos acumuló 110 colgantes, divididas en 36 oro, 38 platas y 36 bronces.

Al igual de lo que sucede con el sistema de medidas donde la métrica decimal no existe o con el reloj que camina hacia atrás en el football americano, el medallero olímpico en Estados Unidos también va a contracorriente del mundo.

En la mente de todos los norteamericanos está que su país ganó los Juegos de Pekín por el total de medallas, pese a que el resto de la familia olímpica mundial se guía por la lógica del patrón oro para determinar el ganador.

Aunque no suele lanzar pronósticos de medallas, la jefatura olímpica estadounidense confía en superar la cifra de títulos de Pekín.

“Honestamente, no puedo dar una cifra, pero puedo decir que vamos a ganar el medallero de los Juegos,” declaró en abril pasado Alan Ashley, alto funcionario del Comité Olímpico de Estados Unidos. (USOC).

La pelea será dura, de nuevo con China y Rusia como rivales principales, más Gran Bretaña aprovechando su papel de anfitrión para conseguir el mejor desempeño en su historia olímpica.

Pese a sus lazos ancestrales, y haciendo válido aquello de que no hay peor cuña que la del mismo palo, estadounidenses e ingleses son fieros rivales en el campo deportivo.

Las dos veces que Londres ha sido sede olímpica (1908 y 1948), sobraron los ejemplos de esta guerra particular.

Los estadounidenses han dominado la cuenta de medallas desde que Pierre de Frédy, barón de Coubertin, concretó sus sueños de revivir los Juegos Olímpicos, y la idea cobró cuerpo en Atenas (Grecia), del 6 al 15 de abril de 1896.

En medio de la anarquía, entre equipos oficiales y competidores libres, el primer campeón de la historia olímpica fue el estadounidense James B. Connolly, un desgarbado joven de espejuelos que se escapó de la Universidad de Harvard para viajar hasta Grecia por su cuenta y ganar el triple salto, con un brinco de 13,71 metros.

Tras alternar con Francia e Inglaterra el dominio en las siguientes tres citas olímpicas, los estadounidenses hilaron cinco Juegos Olímpicos seguidos hasta Berlín-1936, donde la Alemania de Adolf Hitler los desplazó a la segunda posición.

Desde entonces, y salvo el paréntesis que medió de Melbourne-1956 a Barcelona-1992, dominado por la desaparecida Unión Soviética, los estadounidenses han sido amos y señores de las citas olímpicas.

En Atlanta-1996, dos nuevas fuerzas se sumaron en el asalto a la cima del monte olímpico: Rusia y China.

Los rusos quedaron segundos en los llamados Juegos de la Coca Cola en Atlanta y en Sydney-2000, pero ya en Atenas-2004 fueron desplazados por los perseverantes atletas de los ojos rasgados.

En una especie de guerra fria del deporte entre las tres grandes potencias, el oso panda chino surge en Londres como la más seria amenaza para el grizzlie estadounidense y el feroz oso siberiano ruso.