Dicen que a menudo el rigor es educativo, y que es de buena educación saber decir “lo siento”, “discúlpeme”, “cometí un grave error”.

Pues bien, por primera vez en la historia, el arrogante gobierno de los Estados Unidos, se resignó a pedirle disculpas a Pakistán por haber lanzado en noviembre del año pasado un torpe ataque aéreo sobre la frontera con Afganistán, matando a más de 24 militares pakistaníes confundiéndolos con guerrilleros talibanes.

En indignada reacción el gobierno pakistaní cerró por completo el paso de vehículos de la OTAN que transportan abastecimientos militares para sus fuerzas en Afganistán y anunció que no reabriría el paso hasta que Estados Unidos presentara disculpas públicas ante la nación pakistaní, además de indemnizar debida y generosamente a las familias de los militares caídos. Fuera de eso, Pakistán anunció que, en caso de reabrir la ruta a los convoyes, la OTAN tendría que pagar un peaje de 5 mil dólares por cada camión que transitara.

Por 7 meses, Estados Unidos rechazó con vehemencia pedir disculpas, y por el contrario lanzó terribles amenazas contra Pakistán, además de suspender los cuantiosos aportes en dinero y armas que son su contribución a la alianza militar de ambos estados. Pero Pakistán se mantuvo inconmovible. Y la OTAN tuvo que absorber un costo 300% superior para el abastecimiento en Afganistán.

Pero Estados Unidos entregó la oreja. Al anochecer del martes la canciller Hillary Clinton llamó al primer ministro de Pakistán, Raja Pervez Ashraf, y pidió disculpas en nombre del gobierno de Estados Unidos. Además anunció que pagará 1.800 millones de dólares correspondientes a la ayuda que había suspendido, y la actualización de los aportes en armamentos y equipos militares para las fuerzas armadas pakistaníes.

La señora Clinton además agradeció muy emotivamente que ahora Pakistán vuelva a permitir el paso de los convoyes de la OTAN. Como decía antes, la escasez de dinero a menudo produce buenos modales.