El docente de la carrera de Medicina de la Universidad San Sebastián, doctor Diego Muñoz, explicó que con la llegada del invierno se generan condiciones ambientales en los hogares que facilitan la transmisión de bacterias y virus y por ende las enfermedades respiratorias.

Por ello, llamó a evitar estas condiciones y ventilar los hogares para que no se produzca humedad en las paredes, sobre todo con el uso de las estufas a parafina.

“El hacinamiento y encierro, mayor cercanía física de las personas, contribuye al contagio principalmente a través de secreciones respiratorias al hablar, toser, estornudar y llorar, y a través de las manos. También influyen la menor ventilación de los ambientes y el uso de sistemas de calefacción en base a parafina y leña y otros. Por lo tanto, cambia el perfil de las bacterias y virus que son más comunes en estas estaciones”, manifestó Muñoz, que es médico general de familia.

Agregó que las principales patologías de invierno son “las enfermedades respiratorias infecciosas, como la influenza, las faringitis y las neumonías”.

El doctor expresó que, en el caso de lactantes y niños, hay que tener especial cuidado con los “menores de dos años y sobre todo menores de seis meses; los niños de mayor riesgo son los que tienen antecedentes de prematurez (nacidos antes de las 32 semanas de gestación) y aquellos que tienen antecedentes directos o familiares de asma, rinitis o alergias, y niños con antecedentes de enfermedades respiratorias crónicas”.

El académico dijo que los cuadros respiratorios de niños y niñas menores de seis meses, pueden cambiar en un tiempo muy breve, por lo tanto, se aconseja siempre consultar con un especialista.

También recomendó estar atento a otros signos como “la alteración de la frecuencia respiratoria, es decir, cuando se respira más rápido o más lento de lo normal y/o de forma agitada. Otras señales de alerta son que se hunda el pecho o los espacios entre las costillas al respirar, cambios de coloración en labios o uñas (tinte azulado) y ruidos anormales asociados a las respiraciones (quejidos, silbidos, etcétera.)”.

Agregó que los padres o cuidadores deben reaccionar rápidamente si el niño presenta compromiso del estado general con síntomas como decaimiento intenso, pérdida del apetito, calofríos, vómitos, malestar general y dolor de cabeza, además de fiebre alta (sobre 38,5 °C de temperatura rectal) la que no cede con medicamentos antipiréticos y, en especial, cuando éstos aparecen bruscamente.

El doctor Muñoz expresó que hay que poner especial cuidado si pese al tratamiento sintomático y medidas de cuidado general y/o tratamientos específicos, el paciente no presenta mejora del cuadro en 48 a 72 horas desde la primera consulta. Otro aspecto que debe inquietar a los padres es que el niño presente cambios de la conducta habitual, como irritabilidad o rechazo de la alimentación.