El HipHop organizado como fuerza social lleva consigo más de quince años de trayectoria. Esa organización o esas formas organizativas presentan una serie de diferencias, matices y objetivos. Hombres, mujeres, niños, jóvenes y gente ya no tan joven, han estado ligados a estas formas organizacionales, transformándose con el tiempo en valiosas experiencias de lucha.

Apelando a la solidaridad, apoyo mutuo, conmemoraciones de fechas simbólicas y al libre desarrollo de las disciplinas o “ramas” que integra el HipHop: break dance, graffiti, Dj’s, y Rap. Rompiendo con uno de los elementos neurálgicos del sistema de dominación capitalista neoliberal que nos constriñe y domina día a día, el lucro.

Casi siempre estas actividades, autogestionadas, en su mayoría son para solventar los gastos de la actividad y/o lograr juntar dinero para algún objetivo: bibliotecas, presos políticos, talleres, murales, tomas, etc., los objetivos son múltiples en su naturaleza, pero un rasgo transversal, que atraviesa en diferentes grados a todas esas experiencia, es el continuo y persistente reconocimiento como subyugados, explotados, como pobres o pueblo, que continuamente, y paradójicamente, nos encontramos sumidos bajo un sistema que nos explota, margina, y nos subroga a una posición funcional, como objetos, como mercancías.

Ese reconocimiento es el germen de una identidad de explotado, si es de clase o no, es un debate que sigue abierto y en pleno desarrollo, pero que no incluye exclusivamente al HipHop, sino que a todo nuestro pueblo. Esas experiencias acumuladas van madurando poco a poco, con algunas aceleraciones e hitos importantes, marcados sobremanera por el contexto general de movilización social, el 2003, el 2006 y el coyuntural y mediático 2011. Esos contextos complejos terminan por modelar e imponer a las organizaciones la obligación de modificar sus estructuras, sus objetivos y sobre todo a crecer cualitativa y cuantitativamente.

Dejar de lado divisiones territoriales, problemas personales, priorizando la lucha social, poniendo al servicio todo el arsenal agitativo y de propaganda que posee el HipHop. Rompiendo el mismo cerco limitativo que impone el HipHop, que serian los mismos HipHoperos, ampliándose y estableciendo alianzas continúas en el tiempo con otros sectores del mismo pueblo del cual somos parte. Superando el mito de ser la nueva canción chilena, o de ser un bolsón culturalista de resistencia, y convertirse en una fuerza que integre a los diferentes sectores de los explotados, con vocación artística y social, y perspectiva revolucionaria. Como una más de las diferentes formas de lucha existentes que presenta nuestro pueblo, una forma que tiene brazos laboriosos, mente consciente y corazón rebelde.

Como trabajadores del arte, como hijos de obreros, como pobladores, como estudiantes endeudados, la marcha del 1 de mayo fue un ejemplo de la maduración y de las nuevas perspectivas de lucha que vienen surgiendo desde hace muchos años en el movimiento HipHop. Si bien el rasgo que ha predominado es su arraigo territorial, lo sucedido en la marcha el 1° de mayo es ruptura y sobre todo continuidad, aunque parezca paradójico. Ruptura por que las orgánicas marginales que entablan una titánica lucha en las diversas periferias del gran Santiago, brotaron y se hicieron sentir en el centro.

La Pintana, San Ramón, El Bosque, Cerro 18 de Lo Barnechea, Conchalí, Puente Alto, entre los muchos sectores donde se emplazan estas organizaciones, se hicieron sentir en el corazón del capital y de la capital de Chile. Esa unidad anticapitalista, antineoliberal, esa continuidad, no hubiera sido posible sin los diversos vínculos y lazos que se entretejieron por años por diferentes organizaciones e individualidades, actividades y de otras manifestaciones donde el HipHop se había hecho presente –otros 1° de mayo, marcha del 12 de octubre, día de la mujer 8 de marzo y otras vinculadas a las demandas estudiantiles-, teniendo como características comunes nuestra indignación y rabia organizada contra las injusticias y desigualdades que día a día se acrecientan con el neoliberalismo.

¿Cómo comprender esta unidad de bloque HipHop de Unión Arte Libre, Arte Sin Miedo, Lumpen Crew, Mecha Colorida, Creando Conciencia y del Comité por un movimiento HipHop, sin comprender las trayectorias particulares organizacionales? ¿Cómo comprender estas organizaciones en particular sin conocer la experiencia de otras organizaciones en el pasado, como HipHoplogía, Red de HipHop Activista, Agosto Negro, Tergiversarte, y otras tantas? ¿Cómo comprenderlo sin reconocer las múltiples experiencias de talleres y colectivos HipHop que se han generado en la periferia de las grandes urbes de Chile? ¿Cómo comprender estas nuevas formas organizacionales si no nos sentimos continuadores de una Historia de resistencia, de lucha popular, de las diferentes formas organizacionales que nuestro pueblo levantó en la Historia?.

Imposible, sin duda alguna, como también si no se comprende y reconoce el aporte de individuales y grupos artísticos, -como Salvaje Decibel, Club de Ragga, Divina Inspiración, GuerrillerOkulto, Profeta Marginal, Zonyko, MichuMc, Pineda Pride, De la Sombra, Subverso, Mente Rebelde, Raza Humana y tantos otros a los cuales les pido disculpa por no nombrarlos- que asisten a las actividades que inundan cada semana canchas, gimnasios y plazas en las diversas poblaciones marginales donde el HipHop se hace presente, con un grito unísono de batalla, el mismo que se vio en la marcha del 1° de mayo, ese que sonaba ¡Somos Hijos de la Rebeldía, Somos HipHop de la Rebeldía (8)!, que retumbo en el pasado y que seguirá resonando con mucha más fuerza en este presente que está en plena gestación. Porque antes que ser HipHop, somos pueblo, somos explotados y oprimidos, somos mayoría, somos hijos de la rebeldía.

Atentamente.

José Antonio Palma, Replica LumpenCrew.
Población 30 de Mayo, El Bosque. 2 de mayo de 2012.