Las campañas contra la caza furtiva de rinocerontes se multiplican en Sudáfrica, con ventas de productos de todo tipo que buscan recaudar fondos y sensibilizar al público a una causa nacional.

Los furtivos mataron a más de 200 de esos enormes hervíboros en los primeros cuatro meses del año y todo indica que en 2012 se superá el récord del año pasado, cuando se mataron 448 ejemplares: una hecatombe que podría provocar la extinción de la especie en cuestión de años.

Algunas campañas utilizan terribles imágenes de animales en agonía y de cadáveres de rinocerontes a los que les han quitado los cuernos. Las piezas se venden a precio de oro en el mercado negro de Asia, donde les atribuyen propiedades médicas especiales, sin ninguna base científica.

Las organizaciones de defensa del medio ambiente necesitan dinero para mejorar la seguridad y la formación de personal encargado de luchar contra los furtivos, que están cada vez mejor organizados: poderosamente armados, operan incluso en los parques nacionales y en las reservas naturales privadas.

Rhino Force, una asociación ecologista fundada el año pasado, vende pulseras, adornos, pañuelos, discos y hasta efigies de bebés rinocerontes fabricadas con perlas.

La organización entrega el producto de sus ventas a Endangered Wildlife Trust, una reconocida organización que combate el comercio de fauna selvática.

Rhino Force, que usa la consigna “Esto no es una pulsera, es nuestro patrimonio”, espera vender un millón de pulseras en todo el país. Hasta ahora ha vendido 150.000, con una recaudación de 1,1 millones de rands (140.000 dólares, 108.000 euros).

“No podemos quedarnos con los brazos cruzados y dejar desaparecer nuestro patrimonio”, explica a la AFP su fundadora, Joanne Lapin.

- Un rinoceronte es la mascota del equipo olímpico sudafricano-

Las campañas, de intenciones loables, dieron sin embargo pie a varios timos, señala Pelham Jones, presidente de la Asociación de dueños privados de rinocerontes.

“Algunas personas se aprovechan y recogen fondos para su propio beneficio”, se indigna, indicando que de las 272 organizaciones que recaudan fondos para la salvaguarda de los rinocerontes, “sólo un 15% tienen credibilidad”.

La campaña de sensibilización empieza a arrojar frutos: el público escogió un rinocerante como mascota del equipo olímpico nacional, y lo bautizó Chukuru.

Esa elección “demuestra el nivel de toma de conciencia sobre la caza furtiva”, estima Vinesh Maharaj, director financiero del comité olímpico nacional.

Algunos señalan sin embargo que las campañas publicitarias para salvar a los rinocerontes tienen como consecuencia involuntaria el aumento del precio de sus cuernos.

“Estamos atrapados en una espiral. Debemos tomar medidas, pero esas acciones provocan un aumento del precio del cuerno de los rinocerontes y los vuelven más atractivos”, se lamenta Simon Gear, de la campaña cívica Lead SA, lanzada por los grandes medios de comunicación.

“Toda esta publicidad subraya que estos animales son preciosos. A tal punto que hasta criminales que nunca habían contemplado ser cazadores futivos se dan cuenta de que hay mucho dinero por ganar” con sus cuernos, concluye.