Una de las más importantes retrospectivas del pintor español Joan Miró (1893-1983) llega esta semana a la Galería Nacional de Arte en Washington, con 120 obras que destacan la faceta más comprometida políticamente del artista.

Presentada en la Galería Tate de Londres y el Museo Miró de Barcelona, la exposición que se abre al público el domingo abarca seis décadas, las más turbulentas del siglo XX que vivieron Europa y España.

“Llegó el momento de presentarlo de una forma diferente, más exhaustiva”, declaró este martes el vicedirector del Instituto cultural catalán Ramón Llull, Alex Susanna, al presentar a la prensa la exposición.

Artista abstracto por excelencia, conocido mundialmente por su colorido y la austeridad de su trazo, Miró fue sin embargo “muy claro en cuanto a sus posiciones políticas” y en defensa de la cultura catalana bajo la dictadura de Francisco Franco en España, añadió Susanna.

“Para florecer, un árbol necesita estar bien enraizado”, acostumbraba a declarar Miró, que tras huir a Francia durante la Guerra Civil española (1936-1939) tuvo que regresar luego a su país para escapar de la invasión alemana en 1940.

Miró no militó abiertamente como su compatriota Pablo Picasso, pero participó en el histórico pabellón republicano organizado durante la Exposición Universal de París en 1937, y diseñó un famoso sello, “Aidez L’Espagne” (Ayudad a España), para recaudar fondos para la República.

Cuando regresó a España entró en un largo periodo de aislamiento en Mallorca. Su estilo se hizo cada vez más elíptico, su temor a caer en el realismo socialista siempre lo mantuvo alejado de una pintura fácil, más popular.

En 1968, el régimen franquista promovió la primera gran exposición de Miró por su 75 aniversario, pero el artista la desdeñó y prefirió colaborar al año siguiente con “Miró otro”, organizada por el Colegio de Arquitectos de Barcelona.

Su desafío al régimen volvió a reflejarse en “La esperanza del condenado a muerte” (1974), tras la conmoción que supuso la ejecución del anarquista catalán Salvador Puig Antich, poco antes del fin de la dictadura.

Miró aludió en numerosas ocasiones a la escalera que le permitía evadirse mentalmente, y ese es el título de la exposición, “La escalera de la evasión”, una escapatoria que no lo alejó nunca de la dura realidad de su país.