La estrategia de volverse hacia la ultraderecha, asumida por el candidato y presidente saliente francés Nicolas Sarkozy, comienza a asustar a una parte de los dirigentes de su propio partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), aun cuando muy pocos se atreven a manifestar públicamente sus reticencias.

En privado las lenguas se desatan desde el pasado domingo, tras la primera vuelta, en la que Sarkozy quedó segundo (con 27,18% de los votos), aventajado por el socialista François Hollande (28,63%), con quien deberá disputar la segunda vuelta el 6 de mayo. Tercera quedó la ultraderechista Marine Le Pen (con 17,90%).

Para imponerse en el balotaje, según encuestadoras, Sarkozy debería recuperar la gran mayoría de los votos “lepenistas” y en esta última fase de la campaña, contrariamente a lo que se esperaba, mantuvo a la inmigración entre sus temas preferentes, en lugar de orientarse a temáticas centristas.

Para eso contó con su asesor Patrick Buisson, surgido de las filas la extrema derecha.

“Sarkozy-Buisson es la estrategia de la tierra arrasada. (Sarkozy) dijo que si no era reelegido dejaría la política. Debería pensar más en nosotros, que vamos a tener que seguir en la brega después del 6 de mayo”, protestó una parlamentaria UMP.

“Se está haciendo todo lo que no debería hacerse en esta campaña. Se habla demasiado de seguridad e inmigración. Se hubiera debido hablar de empleo, del proteccionismo europeo, tomar medidas sobre la gasolina”, deploró, pidiendo no ser identificado, un ministro.

“La victoria cuenta con cien padres y la derrota es huérfana. Si se gana, se gana…”, declaró un dirigente del partido presidencial. Sobreentendido: será responsabilidad de Sarkozy si pierde las elecciones.

Pero entre las dos vueltas “estamos en pleno combate” y “no es el momento” de expresar sus estados de ánimo, declaró el jueves a la AFP el ex ministro Patrick Devedjian. “Me pronunciaré un poco más tarde”, dijo no obstante.

El pasado domingo, en el debate televisivo tras la primera vuelta, lamentó que el candidato UMP “no hubiese hablado mucho de la crisis”.

“La ultraderecha sólo es fuerte cuando la derecha es débil, cuando carece de un pensamiento propio”, recalcó ante las cámaras de televisión.

El ex primer ministro Jean-Pierre Raffarin, procedente del campo liberal, disimula poco que la campaña de Sarkozy le parece embarazosa. En una entrevista con el diario Le Monde advirtió que “el tiempo para analizar” la estrategia “vendrá después del 6 de mayo”, día de la segunda vuelta.

“Si manifestara hoy mis reticencias, debilitaría a mi campo”, declaró Raffarin, que dirigió uno de los gobiernos de Jacques Chirac (1995-2007) y actualmente vicepresidente del Senado, para quien por ahora lo único que se debe hacer es “combatir” y en consecuencia se debe ser “leal”. Una manera de reconocer que tiene reticencias.

Como prueba de su inquietud, Raffarin añadió: “presté mi servicio militar con los bomberos, con ellos aprendí que en el momento del incendio, cuando estás en la gran escala, no hay estado de ánimo que valga”.

Otro ex primer ministro de Chirac, Dominique de Villepin, acérrimo adversario de Sarkozy, se dijo “espantado” por la campaña electoral del presidente Nicolas Sarkozy y sus “pruebas de extremismo”, en una columna publicada el viernes en la versión electrónica del diario Le Monde.

El ex ministro de Cultura Renaud Donnedieu de Vabres juzgó sin ambages que “la estrategia escogida por Sarkozy”, consistente en ir “hacia el Frente Nacional” de Le Pen, conducirá “al fracaso”, y aseguró que “el malestar es evidente” en el seno de la mayoría.

“Ir, de una manera u otra, hacia el Frente Nacional es algo suicida. Lo que (ese partido) quiere es nuestro pellejo”, declaró el jueves al diario La Nueva República.

Hasta Henri Guaino, consejero especial del jefe del Estado, criticó veladamente la decisión de Sarkozy de convocar a una manifestación por “el verdadero trabajo” el 1º de mayo, indicando que él no utilizaría “ese término”.

En una nota publicada el jueves en el diario Le Monde, Jean-Philippe Moinet, expresidente del Observatorio sobre el Extremismo, habló del “enceguecimiento” del dúo Sarkozy-Buisson.

“Con su cacería en las tierras de la ultraderecha, el candidato ha terminado por no darse cuenta de que el zócalo de convicciones de su familia política está en juego. Esa línea va a terminar no sólo por hacerle perder las elecciones sino también por hacerle perder su alma”, afirmó Moinet.