La Conferencia Episcopal aseguró que existen al menos tres instancias que están investigando la denuncia del ex seminarista Mauricio Pulgar, quien acusó a un sacerdote por abusos sexuales. Lo anterior, luego que éste asegurara que la Iglesia Católica no ha establecido ningún contacto con él, a dos meses de haber realizado la acusación a través de La Radio.

El vocero de la Conferencia Episcopal, Jaime Coiro, afirmó que la denuncia de Pulgar está siendo investigada en el Obispado de Valparaíso. Agregó que como ya se conoce el testimonio del ex seminarista, éste se está contrastando con el del resto de los involucrados.

De esta forma Coiro le respondió al ahora obispo protestante, quien denunció a fines de enero a través de La Radio haber sido víctima de abuso sexual por parte del sacerdote Humberto Henríquez. Sin embargo, hasta el día de hoy no se han puesto en contacto con él.

Esto a pesar de que el 4 de febrero, a través de un comunicado, el Obispado de Valparaíso dijo que “nos interesa que se sepa la verdad, y que tanto el acusador como los acusados puedan expresarse responsablemente y ser escuchados con respeto”.

En relación a la denuncia que involucra a Obispos, Coiro aseguró que estos hechos han sido entregados a la Nunciatura Apostólica, por lo que El Vaticano cuenta con los antecedentes que ponderarán lo que corresponde investigar.

Por su parte, el Obispado de San Felipe –luego de la investigación correspondiente– determinó liberar al sacerdote Humberto Henríquez de su responsabilidad pastoral que tenía como párroco de la Asunción de Los Andes.

Pulgar además acusó que en el Pontificio Seminario Mayor San Rafael de Lo Vásquez fue víctima de acosos sexuales y vio permanentes tocaciones, manoseos y besos de sacerdotes hacia los seminaristas durante la década de los noventa.

Asimismo, dijo que está convencido de que si no insiste en sus denuncias, la Iglesia Católica no va a hacer nada.

En esa declaración notarial, Pulgar denunció a otros sacerdotes como Mauro Ojeda, Jaime Da Fonseca, el ya fallecido José Donoso Cheliuw y José Olguín, como acosadores de seminaristas, a los que permanentemente intentaban besar y toquetear.