Un drama que derrumbaría a cualquiera fue el que tuvo que enfrentar una mujer, su hermano y su madre en la ciudad estadounidense de Cincinnati. Jill era compatible para entregarle un riñón a Gail, su mamá, quien necesitaba un trasplante. Sin embargo, su hermano, quien tiene discapacidad mental, comenzó a enfermar también y para seguir viviendo, en poco tiempo necesitará el mismo órgano.

Según informa USA Today, Jill, de 43 años debió resolver si entregar su riñón a su madre o a su hermano. “Estaba resignada a que tendría que dárselo a Robbie”, señala la mujer de 43 años, quien trabaja en una pastelería.

La madre aceptó estoicamente el hecho. Además entendió que 25 años de diabetes habían dañado seriamente su cuerpo y, en especial, sus riñones. “Jill estaba estresada porque no tenía tres riñones para entregar. Entonces tuve esa sensación de que ‘Estos son mis hijos y debo quitarles esa presión de encima’”, recuerda Gail, quien asegura que sus hijos siempre están primero.

Finalmente, el receptor del preciado riñón fue Robbie. Por lo que actualmente y con sus riñones funcionando a menos de un 20%, Gail continúa esperando un donante.

Ya retirada del trabajo, la madre se cuestiona la forma en que descuidó su salud. “Debí haber prestado más atención con mis controles de azúcar en la sangre. Siempre le dí prioridad a mi carrera y la puse por sobre mi bienestar físico.

Los síntomas que experimentará Gail y cuando sus riñones dejen de funcionar, incluyen fatiga extrema, falta de apetito, nauseas o vómitos, irritaciones en la piel, mente nublada, entre otros.

A pesar de todo, Gail prefiere vivir con alegría mientras espera por un riñón. Incluso cuenta con mucho humor que algunas personas que han querido ofrecerle ayuda, le preguntan que si para ser donantes deben tener su mismo sexo o permanecer al mismo partido político.