La polémica iniciada por la extrema derecha sobre las prácticas rituales en los mataderos envenena la campaña electoral en Francia, donde la comunidad judía se declaró “estupefacta” después de que el primer ministro instara a judíos y musulmanes a abandonar las “tradiciones ancestrales”.

El jefe del gobierno, François Fillon, declaró el lunes, hablando a título personal, que “las religiones deberían reflexionar sobre el mantenimiento de tradiciones que no tienen mucho que ver con el estado actual de la ciencia, de la tecnología, de los problemas de salud”.

Esta declaración, que provocó la reacción inmediata de representantes de las distintas religiones, se enmarca en una polémica que viene creciendo en la campaña presidencial desde mediados de febrero, cuando la candidata de la extrema derecha Marine Le Pen afirmó que toda la carne vendida en la región parisina era halal, es decir de animales sacrificados en los mataderos según el rito musulmán.

Con la declaración del primer ministro, los alimentos casher (o kósher) de los judíos pasaron a formar parte del debate.

La semana pasada, el ministro del Interior Claude Guéant, allegado del presidente y candidato Nicolas Sarkozy, reiteró su oposición al derecho de voto para los extranjeros en las elecciones locales. Argumentaba que hay que evitar “que concejales extranjeros hagan obligatoria, por ejemplo, la presencia de carne halal en las cantinas escolares”.

Tras declarar diez días atrás que la polémica sobre la carne halal “no tiene razón de ser”, Sarkozy se pronunció el domingo en favor de “etiquetar la carne en función del método de matanza”.

Apremiado por sus bajos porcentajes en los sondeos, Sarkozy es acusado de “cazar en las tierras” de la extrema derecha retomando temas como la inmigración musulmana.

Lo que forzosamente crea polémica en Francia, país laico en el que la separación entre iglesias y Estado está inscrita en la ley, el islam es la segunda religión (después del catolicismo) con unos 4 millones de practicantes, y el judaísmo cuenta con unos 600.000.

Tras la declaración de Fillon, el gran rabino de Francia Gilles Bernheim se declaró el martes sorprendido por este debate cuando “los problemas de Francia son tan grandes, en período de crisis”. “¿Por qué la carne casher o halal es un problema?”, planteó.

El presidente del Consejo Representativo de Instituciones Judías de Francia (Crif), Richard Prasquier, se declaró, por su lado, “escandalizado” y “estupefacto”. “Aunque diga que es a título personal, cuando se es primer ministro se tiene una palabra oficial. Estamos en un país de separación de la Iglesia y del Estado”, dijo Prasquier, recalcando que el gobierno “no debe inmiscuirse en las tradiciones religiosas”.

Por su parte, Mohammed Moussaoui, presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM) protestó, recalcando que “no acepta que el islam y los musulmanes sirvan de chivos expiatorios en esta campaña”.

También la iglesia católica intervino en la polémica. El obispo Michel Dubost declaró que “el laicismo debe ser respetado por los dos lados” y que por tanto el gobierno “no debe inmiscuirse en lo que hacen las religiones”.

El candidato socialista a la presidencial François Hollande exhortó a Sarkozy y a su primer ministro a la “moderación” y a “no ofender” las conciencias.

“Evitemos esos falsos debates, esas polémicas inútiles, esas querellas que ofenden”, dijo.

Otro candidato de izquierda, Jean-Luc Mélenchon (Frente de Izquierda, coalición de la que forma parte el Partido Comunista) estimó que se trata de “la extrema derechización de la derecha”.

Pero las críticas aparecieron también en el propio campo gubernamental en el que, entre otros, el ministro de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, consideró que la cuestión de la carne halal es un “falso problema”. “El ‘choque de civilizaciones’ no me va”, dijo.