El grifo del crédito para el comercio está prácticamente cerrado, advirtió este sábado la Organización Mundial de Comercio (OMC), lo que pone en peligro buena parte del comercio, motor del crecimiento económico, de la creación de empleo y la eliminación de la pobreza.

Más del 90% de las transacciones comerciales necesitan alguna forma de crédito, en particular de corto plazo, seguros y garantías, recuerda la OMC que considera que la financiación es el “salvavidas del comercio”.

Pero la crisis financiera que sacude al mundo ha secado el crédito. Incluso, algunos bancos, como los franceses Crédit Agricole et BNP Paribas, dos de los 25 grandes entidades financieras que han sostenido el comercio en los últimos años, han cedido las divisiones de capital-investment, recordaron fuentes de la OMC este sábado en Ginebra.

“El comerciante que está vendiendo café o cacao tiene problemas” para seguir haciéndolo, dijeron dichas fuentes.

Y es que la rápida expansión del comercio mundial en los últimos años nunca hubiera sido posible sin las tradicionales fuentes de financiación, tanto de largo como de corto plazo, recuerda la OMC.

Por eso, desde el inicio de la crisis financiera en 2008, el director general de la OMC, Pascal Lamy, se reúne cada tres meses con grandes bancos y bancos de desarrollo regionales para “estudiar los flujos y problemas” y transmitir las inquietudes de los miembros de la organización a estos.

La disponibilidad de crédito comercial solía ser más sólida en periodos de inestabilidad financiera hasta la crisis asiática, pero desde entonces se ha hecho cada vez más difícil, como se demostró ya en la crisis argentina (2002) y más recientemente en el contexto de las crisis de las ‘subprime’ (préstamos inmobiliarios de alto riesgo) en Estados Unidos.

En la actualidad, “los prestamistas ya no distiguen entre créditos comerciales de otros, por lo que están sujetos a las mismas restricciones en caso de riesgo”, dice la OMC.

Pero el problema no es solo de disponisibilidad de crédito, sino del alto costo tanto en los países desarrollados como en desarrollo.

“Se necesitan mejorar los flujos de créditos comerciales y una forma sería fomentar que los bancos regionales de desarrollo y el Banco Mundial extiendan formas innovadoras de financiación”, propone la OMC.

Otra solución sería que los sectores públicos y privados compartan riesgos, dado que los bancos de desarrollo regionales y los miembros de la Unión de Berna comparten algunas información entre ellos.

Y es que la OMC no proporciona financiación comercial y tampoco es una institución financiera internacional, pero sus miembros juegan un papel importante para alertar de los problemas, facilitar las negociaciones entre miembros y fomentar la cooperación internacional en este campo.

“Nuestro trabajo es abrir mercados y garantizar la apertura comercial. La OMC no es un regulador, pero monitorea, facilita y sensibiliza ya que el crédito comercial el carburante que ayuda a mover el comercio”, dice Lamy.