Una partícula que parece superar la velocidad de la luz, el pequeño neutrino, cuyo hallazgo ha puesto en entredicho las certezas de los físicos sobre la teoría de la relatividad de Albert Einstein, se convirtió en la estrella científica del año 2011.

La mayoría de especialistas no alcanza a creer que una partícula elemental de la materia haya podido superar la rapidez con la que viaja la luz, que es considerada como la máxima velocidad que puede alcanzar todo lo que se mueve en el cosmos.

Una gran parte de la física moderna está basada en la teoría de la relatividad de Einstein, que se basa en que nada puede superar a los haces lumínicos, por lo que el sorprendente hallazgo de esta partícula subatómica que viaja más rápido que la luz ha provocado escepticismo entre los científicos.

Su resistencia es comprensible, porque si se confirma la existencia de partículas que viajen más rápido que la luz, ello obligaría a replantear las leyes actualmente vigentes sobre el funcionamiento del Universo.

El desconcierto de la comunidad científica empezó a fines de setiembre, cuando se divulgaron los resultados de un experimento sobre física de partículas realizado en el laboratorio del Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en inglés).

Especialistas que participaron en ese experimento llamado Opera (Oscillation Project with Emulsion t-Racking Apparatus) anunciaron que habían hallado partículas subatómicas que viajaban más rápido que la velocidad de la luz, algo que se consideraba hasta ahora como un “límite infranqueable”.

Los especialistas anunciaron que habían visto grupos de neutrinos, creados en las instalaciones del CERN, viajar hacia el laboratorio de Gran Sasso, en Italia, ubicado a 732 kilómetros de distancia, unos 60 mil millonésimas de segundo (60 nanosegundos) más rápidos que la velocidad de la luz.

En ese experimento, los neutrinos llegaron unos 20 metros antes que la luz -que viaja a 300.000 kilómetros por segundo-, resultados que pusieron en tela de juicio el principio básico de la física moderna, de que nada puede moverse más rápido que la luz.

Desde entonces, investigadores expresan su escepticismo ante esos resultados, y buscan desesperadamente hallar posibles fallos en los experimentos que arrojaron el hallazgo sacrílego de los neutrinos, que si se confirma, podría enviar al basurero la teoría de la relatividad desarrollada por Einstein en 1905.

Un grupo de científicos del CERN -que ha llamado a la prudencia, tras el anuncio de estos resultados que impugnan un pilar de la ciencia moderna-, repitió en noviembre el experimento.

Y sus resultados confirmaron el hallazgo del experimento anterior: los neutrinos viajaron nuevamente más rápido que la luz.

Tras los resultados de sus dos experimentos, el CERN reiteró su llamado a la cautela, al tiempo que solicitó a los científicos realizar experimentos para desmentir o para confirmar un descubrimiento que si se confirma sería sin ninguna duda revolucionario.

“No conozco a nadie que pueda reconciliar esas medidas con las teorías actuales. A no ser que haya un error”, afirmó Alfons Weber, especialista en física de partículas en la Universidad de Oxford, en Inglaterra.

Por eso, desde que se conoció la existencia de los neutrinos -que fue anunciada por Dario Auterio, miembro del Instituto de Física de Lyon (centro de Francia), quien participa en el experimento Opera-, los científicos están en ascuas.

Los investigadores retienen el aliento esperando ahora los resultados de experimentos similares (Minos, en Estados Unidos, T2K en Japón), con la esperanza de que la teoría de Einstein, verificada en múltiples ocasiones desde hace un siglo, siga sustentando el pensamiento moderno de cómo funciona el cosmos.

Pero la ciencia se construye así, con rupturas que echan al traste los conocimientos anteriores.