“Los golpistas no pasarán”, corearon miles de ecuatorianos durante una mitin este viernes en Quito en el que renovaron su apoyo al presidente socialista Rafael Correa, un año después de una rebelión policial que denuncian como un intento para derrocar a su líder.

Uno de esos simpatizantes fue Cristian Zapata, un campesino de la aldea andina de Quitumba (norte), quien llegó con su familia a la capital para lanzar una advertencia: “Nunca más dejaremos que haya una conspiración”.

“No podemos dejar que los golpistas tumben al presidente que nos ha ayudado para tener vivienda y nos da el bono (subsidio de 35 dólares mensuales)”, añadió este joven agricultor de Imbabura, provincia de donde llegaron centenas de labriegos para respaldar “al único que ha trabajado por los pobres”.

La misma consigna alentó a María, una indígena de Otavalo (Imbabura) que se hizo eco del eslogan oficialista que dice: “Nada ni nadie podrá parar a la revolución ciudadana”.

“¿Por qué le quieren botar al presidente Correa si es el único que se acuerda de nosotros?”, cuestionó la mujer mientras mecía a un bebé que cargaba en la espalda.

Con banderas y bufandas verdes del movimiento oficialista Alianza País, María y Cristian se refundieron entre la multitud que esa agrupación política cifró en 100.000 personas.

“Lo quisieron sacar porque está gobernando para el pueblo y no para las minorías que siempre han manejado este país y vieron amenazados sus intereses”, lanzó Flor Tadeo, quien resaltó que Correa ha “visibilizado por primera vez a los afrodescendientes”.

El 30 de septiembre de 2010, cuando cientos de policías se alzaron contra una ley que reformó los incentivos para la fuerza pública, con saldo de diez muertos, esta mujer dijo haber visto en riesgo su sueño de que el Estado le entregue el título de propiedad de un terreno en Imbabura.

“Si lo tumbaban todo se hubiese acabado, el bono, las casas, hubiéramos vuelto a lo de antes”, afirmó Raúl Samaniego, dirigente de una comunidad indígena de la provincia de Chimborazo (sur).

La versión del intento de golpe es rechazada por la oposición, a la que Correa acusa de haber conspirado en su contra aprovechando la revuelta policial, en la que llegó a ser retenido durante 11 horas al cabo de las cuales el Ejército y policías leales lo rescataron.

En contraste con el caos de hace un año, cuando los policías de Quito circularon en sus motocicletas con el rostro cubierto y reprimieron duramente a seguidores de Correa, este viernes se limitaron a manejar el tráfico en algunas esquinas cerca del mitin, dejando el control a unos pocos soldados.