El establecimiento de relaciones diplomáticas con China, en junio de 2007, representó para Costa Rica abrir un grifo del que han fluido recursos abundantes para una amplia gama de proyectos durante cuatro años, y el cual promete seguir manando por tiempo indefinido.

Las ayudas de Pekín hasta ahora, estimadas en cientos de millones de dólares, incluyen un estadio de fútbol, 400 autos para la Policía, recursos para el equilibrio fiscal y hasta financiamiento para remedar un barrio chino en San José.

Aunque Costa Rica sea considerada por organismos internacionales una nación de ingresos medios –y con jactancia se haga llamar ‘la Suiza centroamericana’– ello no le impide seguir pidiendo, como ha sido costumbre, y obteniendo –algo todavía más sorprendente– multimillonarios donativos.

El obtener donaciones chinas es una vieja costumbre de los gobiernos ‘ticos’ que durante decadas previas a 2007 supieron gestionar ayudas no reembolsables de Taiwán, incluso un gigantesco puente bautizado pomposamente “Puente de la Amistad de Taiwán”, y hoy llamado por muchos el “Puente de la Traición”.

“Tras el establecimiento de relaciones (con Pekín), hubo un primer paquete grande de ayuda prevista para los primeros tres años”, explicó a la AFP la directora de cooperación internacional de la Cancillería, Cirse Villanueva

Pasados tres años, “en 2010 empezamos a negociar los proyectos para un periodo igual y ya tenemos algunos proyectos identificados”, agregó la funcionaria.

El “paquete grande” inicial de regalos incluyó un nuevo Estadio Nacional en San José con capacidad para 35.000 personas, cuyo valor cercano a los 100 millones de dólares fue aportado íntegramente por Pekín, que también puso sus ingenierios y operarios para la construcción de la obra.

También China adquirió 300 millones de dólares de la deuda costarricense y la semana pasada donó una segunda flota de 200 vehículos para la Policía y 4,6 millones de dólares para proyectos de asistencia “en especie”, que ni siquiera tienen un destino claramente definido.

Por su lado, el alcalde capitalino Johnny Araya, quien realizó una visita a Pekín, trajo en su equipaje la promesa de 1,5 millones de dólares para transformar unas cuadras de una calle de San José en una arteria típica de un barrio chino, tarea que estará a cargo de artesanos chinos.

Entre los nuevos proyectos en discusión señalados por Villanueva está la donación de computadoras para escuelas primarias, el envío de profesores para la enseñanza del mandarín y un financiamiento reembolsable, a largo plazo y con muy bajo interés, para construir una carretera entre la zona norte y el Caribe.

El establecimiento de relaciones con la potencia asiática implicó para Costa Rica renunciar a viejas fidelidades y salirse del “club centroamericano” que durante seis décadas ha reconocido a Taiwán, isla con la cual hasta la Nicaragua sandinista de Daniel Ortega sigue manteniendo lazos.

El ex presidente Arias, a quien tocó dar el paso de romper con Taipei y abrir relaciones con Pekín, aseguró en aquella ocasión que la ayuda de Taiwán se vería pequeña ante la que era capaz de ofrecer China. A la postre, sus palabras han resultado proféticas.

“Si bien Costa Rica es un país muy chiquito para China, lo cierto es que es el único con el que tiene relaciones en Centroamérica, donde Taiwán sigue operando a todo vapor”, dijo a la AFP el politólogo Luis Guillermo Solís.

“China no puede descuidar el patio donde ya tiene una baza, especialmente por el efecto de demostración”, concluyó el analista.

Pero a diferencia de Taiwán, que tenía predilección por las ayudas en efectivo y que cada país construyese las obras –una fuente potencial de corrupción– Pekín se inclina por entregar los bienes “llave en mano”, sean estos vehículos o edificios.