El papa Benedicto XVI inició este jueves una visita de cuatro días a su Alemania natal y dijo comprender a quienes abandonan la Iglesia Católica espantados por los escándalos de abusos sexuales a menores.
“Puedo comprender que frente a tales informes, la gente, especialmente los allegados a las víctimas, digan ‘ésta ya no es más mi Iglesia’”, dijo el Papa.
En declaraciones a los periodistas que lo acompañaban a bordo del avión que lo transportó a Berlín, Benedicto XVI explicó además que no tenía nada “en contra de las protestas que se expresan de manera civilizada”.
“Es normal en una sociedad libre marcada por una fuerte secularización”, dijo el Papa, antes de agregar: “Respeto a quienes se expresan”.
El santo padre llegó a Berlín para una visita oficial y pastoral que incluye actividades políticas y ecuménicas, pero también lo esperan también algunas dificultades.
El viaje incluye tres estapas –Berlín, Erfurt y Friburgo– donde el pontífice alemán de 84 años cumplirá una agenda cargada. Pronunciará en total 19 discursos, entre ellos uno ante el Parlamento alemán, el célebre Bundestag.
La tercera visita a Alemania, después de la celebrada en 2005 a Colonia para las Jornadas Mundiales de la Juventud y en 2006 a su nativa Baviera, es uno de los periplos más delicados de su pontificado, iniciado hace seis años.
Una serie de manifestaciones de protesta, convocadas por víctimas de curas pedófilos, han sido oganizadas en las tres ciudades, sobre todo en Berlín, donde se espera una participación de cerca 20.000 personas.
Si bien las denuncias contra curas pedófilos en Alemania son menores que las registradas en países como Irlanda y Estados Unidos, numerosos católicos de ese país han decidido abandonar la Iglesia católica para manifestar su indignación.
Fuentes vaticanas no excluyen que el Papa termine por recibir a algunas víctimas de los abusos sexuales cometidos por curas, tal como lo ha hecho en otros viajes, un gesto que ha sido siempre apreciado.
Durante su visita a la capital Benedicto XVI se reunirá además con la comunidad judía alemana y con la canciller Angela Merkel, hija de un pastor protestante.
También celebrará una misa en el estadio olímpico de Berlín, donde se celebraron los Juegos de 1936 y el Mundial de fútbol de 2006, con capacidad para 90.000 católicos, a la que deberían asistir numerosos polacos.
El viernes, después de haber recibido en Berlín a representantes de la comunidad musulmana, el Papa cumplirá otro importante gesto, esta vez de carácter ecuménico, en Erfurt, con la visita al claustro donde Lutero inició la reflexión que condujo a la Reforma.
En Friburgo, última etapa de su viaje, el Papa recibirá a miembros de la poderosa organización laica “Consejo Central de los Católicos Alemanes”, antes de regresar a Roma.
Como es habitual, durante el viaje el papa dirigió mensajes a los jefes de Estado de los países que sobrevuela, y en este caso hizo lo propio con Italia, sumida desde hace meses en diversos escándalos sexuales, de corrupción o abuso de poder que implican al jefe del Gobierno Silvio Berlusconi.
Benedicto XVI expresó su “anhelo de una renovación ética más intensa, por el bien de la querida Italia”, en un mensaje dirigido oficialmente al presidente de la República, Giorgio Napolitano.