Se la puede escuchar en el Museo de Arte Moderno (MoMA) en pleno corazón de Manhattan, en una sala de conciertos en Greenwich Village o en un bar del vanguardista Brooklyn: la cumbia en todos sus variantes se esparce como una mancha de aceite por Nueva York.

Cientos de personas esperan por el concierto de Bomba Estéreo, un grupo colombiano que fusiona la música electrónica, rock y reggae con cumbia, y que se presenta en Le Poisson Rouge, una moderna sala de conciertos que se define como un “asilo creativo para artistas u audiencia”.

“Nueva York, mantenlo prendido, fuego, no lo dejes apagar”, lanza la vocalista Liliana Saumet desde el escenario a la multitud que delira y que ha convertido al lugar en una pista de baile al ritmo del hit de la banda.

Para Fernando Lobos, un colombiano de 27 años que acaba de llegar a Manhattan para trabajar en un gabinete de abogados, la presencia de Bomba Estéreo en la Gran Manzana y la respuesta del público “muestra que la música latina se sigue moviendo y que ahora llegó la hora de la cumbia”.

“Es fantástico. Tiene ritmo, se puede bailar sin parar. Conocía música latina, pero esto es diferente”, dice de su lado Linda Robertson, una estudiante de 21 años de Boston (noreste).

Azar o no, la visita de Bomba Estéreo -de gira por Estados Unidos- coincide justamente con un movimiento de expansión de la cumbia que comienza a llegar al lugares a veces inimaginables de Nueva York.

Este verano, el prestigioso MoMA presentó durante sus noche de música en vivo en su jardín una serie de conciertos en el que el género tuvo un destacado lugar con la presentación de los colombianos del Frente Cumbiero y los chilenos de Chico Trujillo.

El MoMA encomendó la organización de estos recitales -celebrados los jueves durante julio y agosto- a Oliver Conan, un músico francés basado en Brooklyn y que es un gran impulsor de la cumbia en Nueva York.

Conan es miembro fundador de Chicha Libre y Las Rubias del Norte, dos grupos que fusionan estilos musciales con la cumbia como estandarte, y también es copropietario de Barbes, un bar situado en Park Slope, un barrio de moda en Brooklyn, lugar elegido tradicionalmente por la “intelligentsia” y vanguardia neoyorquina que busca escapar del bullicio de Manhattan.

Chicha Libre toma el nombre del célebre licor en base a maíz muy difundida en América Latina desde las época precolonial, pero también de la acepción musical de la palabra “Chicha”, que es una variante de la cumbia producto de su fusión con la música andina y otros ritmos tropicales del Perú.

El colectivo de Brooklyn está integrado por músicos estadounidenses, franceses, mexicanos y venezolanos y ofrece una mezcla de “ritmos latinos, surf y pop psicodélico inspirado por música peruana desde Lima hasta el Amazonas”.

Otra de las bandas cumbieras de Nueva York es Cumbiagra, formada en 2008 también en Brooklyn y que también propone “una síntesis única de estilos que representan la diversidad de sus miembros y el rico medio ambiente musical en el que viven”.