La batalla librada en el Consejo de Seguridad de la ONU en torno a la postura a adoptar ante la violencia en Siria subió este viernes de tono al proponer Rusia una resolución que no incluye sanciones y que contrarresta un proyecto europeo apoyado por Estados Unidos.
El embajador ruso, Vitaly Churkin, acusó a los aliados occidentales de “agitar a la oposición” en Siria con su llamamiento a congelar los activos del presidente de ese país, Bashar al Asad, y de su entorno y a implementar un embargo de armas sobre el régimen de Damasco.
Las dos resoluciones antagónicas fueron presentadas este viernes por Gran Bretaña, Francia, Alemania, Portugal y Estados Unidos, por un lado, y por Rusia, por el otro, para su eventual votación en el Consejo de Seguridad, de 15 miembros.
Rusia indicó que está dispuesta a ejercer su veto contra cualquier resolución que imponga sanciones. Los países occidentales, que han pedido a Asad que renuncie, dicen que no aceptarán una propuesta que no las incluya.
Un diplomático occidental calificó al proyecto ruso como “una maniobra para secuestrar las negociaciones”.
Este es el escenario en el que tendrán lugar las intensas conversaciones entre la alianza europeo-norteamericana y Rusia y China sobre la versión final del texto del Consejo de Seguridad.
Moscú insiste en que todavía no es momento para medidas punitivas en respuesta a la represión en Siria que, según la ONU, ha causado 2.200 muertes de civiles. Los representantes rusos y chinos boicotearon las conversaciones informales que se estaban llevando a cabo en torno al borrador europeo.
En éste, Asad encabeza una lista de 23 personas y cuatro entidades que quedarían sujetos a una congelación de activos. El presidente sirio no está sin embargo entre los 22 individuos sugeridos para una prohibición para viajar. Además, el proyecto hace un llamamiento para el embargo total de armas.
La resolución rusa, de la que AFP obtuvo una copia, “pide al gobierno sirio que acelere la implementación de reformas”, pero a la vez “urge a la oposición siria a que se comprometa en un diálogo político” con el régimen de Asad.
El Consejo de Seguridad debería estar “encarrilando a las partes en la dirección adecuada”, no proponiendo “algo que agita a la oposición como creemos que es el caso del borrador” de Europa y Estados Unidos, dijo Churkin.
El embajador adjunto británico en la ONU, Philip Parham, afirmó que las naciones occidentales tenían “grandes problemas” con la propuesta rusa, la cual, añadió, “era un paso hacia atrás” respecto a una declaración del Consejo acordada el pasado 3 de agosto y que condenaba la violencia en Siria.
Mucho dependerá ahora de si Europa y Estados Unidos consiguen persuadir a India, Brasil o Sudáfrica para que apoyen su resolución.
Los tres países emergentes siguen furiosos por el uso que ha hecho la OTAN de las resoluciones de la ONU sobre Libia para justificar su campaña contra Muamar Gadafi y aseguran que una resolución sobre Siria podría tener las mismas consecuencias militares.
No obstante, las naciones occidentales insisten en que no puede haber una solución militar en Siria.
Entretanto, Naciones Unidas incrementó la presión sobre Asad con la conclusión de una misión humanitaria en Siria, la primera permitida desde que comenzó la represión en marzo, de que, “aunque no hay una crisis humanitaria a nivel nacional, hay una necesidad urgente de proteger a los civiles del excesivo uso de la fuerza” por los organismos de seguridad, en palabras del viceportavoz de la ONU Farhan Haq.