Una pugna entre la Iglesia Católica y grupos feministas se agudizó este martes en Costa Rica, cuando los obispos denunciaron que una “Marcha de las Putas” efectuada el domingo frente a la Catedral de San José fue “injuriosa” para el cristianismo e infringió el “Estado de Derecho”.

“Lamentablemente, lo que en apariencia era un pronunciamiento en contra del hostigamiento y la violencia sexual hacia las mujeres, se convirtió en una protesta violatoria de la moral pública y el Estado de Derecho”, expresó la Conferencia Episcopal.

“Asimismo, la ‘Marcha’ en cuestión fue, claramente, injuriosa y ofensiva a la fe cristiana, que ha identificado e identifica a la inmensa mayoría de los costarricenses”, agregaron los ocho obispos costarricenses en un comunicado.

La nota de los obispos aludía a la denominada “Marcha de las putas”, que congregó el domingo a centenares de personas, en especial mujeres, para repudiar lo que consideraron declaraciones machistas y patriarcales de la jerarquía católica.

“Soy puta, soy ramera, me visto como quiera”, gritaron las manifestantes desde el Parque Central de San José, frente a la Catedral, mientras los asistentes a la misa matutina salían del templo.

La “Marcha de las Putas”, que se ha realizado en diversas ciudades del mundo para denunciar los abusos sexuales y otras formas de violencia contra las mujeres, tuvo en Costa Rica un tono profundamente anticlerical, luego de que el obispo Francisco Ulloa llamara, el 2 de agosto, a las mujeres a vestirse “con recato”.

“Mi intervención fue de consejo no mandatoria, sino basado en la teología del cuerpo, del Papa Juan Pablo II sobre el recato y el pudor que debe ser intrínseco en la mujer, que aprecie su cuerpo sagrado de Dios”, se justificó Ulloa este martes.

Ulloa encendió la chispa de este conflicto en su homilía en una misa de celebración de la Virgen de Los Angeles, patrona de Costa Rica, en la Basílica de Cartago, principal templo del país, cerca de San José.