Más de 7.000 practicantes y simpatizantes siguieron el sábado la primera de las tres jornadas de conferencias del Dalai Lama sobre las “Etapas de la meditación” y “El arte de la felicidad”, una participación récord para un acto de este tipo en el suroeste de Francia.

El jefe espiritual de los tibetanos, de 76 años, recibido por aplausos, se sentó en un trono alto en el escenario del teatro Zenith antes de escuchar el “sutra del corazón”, palabras del Buda, salmodiadas por un practicante.

Deseando la bienvenida al Dalai Lama, el presidente de la asociación organizadora Caminos de la sabiduría-Toulouse 2011, François Lecointre, recordó que durante su venida a Toulouse en 1982, fue seguido por 500 participantes, luego por 2.500 en 1993 y por más de 7.000 en la actualidad.

El Dalai Lama comenzó su primera enseñanza ante centenares de practicantes sentados frente al escenario y otros miles en las tribunas, afirmando que debían ser “budistas del siglo XXI, llenos de conocimientos y saberes”, y “conocer lo mejor posible” los textos, pero “conservando un espíritu abierto”.

“Debemos conservar una parte de escepticismo al escuchar una enseñanza, (…), no aceptarla al pie de la letra”, advirtió.

El Dalai Lama, que es Premio Nobel de la Paz, habló en inglés y fue traducido en francés por el monje budista Matthieu Ricard.

Su enseñanza será sobre las “Etapas de la meditación”, un texto de Kamalashila, maestro indio del siglo VIII. Esta obra, según el Dalai Lama, es “una de las llaves que hace posible abrir la puerta de todas las otras grandes obras budistas”.

El jefe espiritual, que vino únicamente “a título pastoral” porque entregó esta semana los poderes temporales a un nuevo primer ministro, Lobsang Sangay, subrayó en conferencia de prensa que el pueblo tibetano es el que debe decidir sobre la continuación de la institución del Dalai Lama, aunque sólo él puede “decidir sobre su reencarnación”.

Destacó que él había planteado la cuestión “claramente” desde 1959, de si “la institución del Dalai Lama debe continuar”. “Es el pueblo el que debe decidir”, afirmó.

“Actualmente parece que muchas de las personas involucradas en la institución del Dalai Lama parecen estar a favor de que la misma perdure”, destacó, agregando que esta cuestión volverá a plantearse durante una reunión de responsables budistas “en septiembre”.

En cuanto a “mi reencarnación, yo soy el único que tiene el derecho de decidir, y nadie más”, insistió.

El Dalai Lama también abordó el tema de las revoluciones en el mundo árabe, al considerar que es “un signo muy claro de que la vía de la democracia y la libertad es la única posibilidad hacia donde se dirigen todas las poblaciones, porque es la única forma verdadera de gobernar el pueblo”.