La boda del príncipe Guillermo y las repercusiones del terremoto de Japón frenaron el crecimiento de la economía británica en el segundo trimestre, que registró un crecimiento del 0,2″, según las estadísticas oficiales.
El Producto Interno Bruto (PIB) registró un crecimiento del 0,2% en el segundo trimestre con relación al anterior, y un 0,7% interanual, precisó la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS), mientras los analistas barajaban un crecimiento del 0,1% ó 0,2% para este periodo.
A finales del 2010, el PIB británico se replegó un 0,5%, antes de registrar un crecimiento similar a principios del 2011.
El fuerte frenazo de la económica en relación a principios de año se debe en buena medida a dos factores excepcionales, que redujeron el crecimiento medio punto.
El mayor impacto lo tuvo la boda del príncipe Guillermo y Kate Middleton a finales de abril. La fiebre popular, el turismo y las ingresos comerciales no bastaron para compensar la pérdida de actividad vinculada con el día feriado decretado para la ocasión.
Además, varios sectores, sobre todo en la industria, sufrieron las repercusiones del terremoto de Japón, que perturbó las cadenas de suministro de varias empresas.
Aún sin tener en cuenta estos factores, y pese a que la economía británica ha escapado a la contracción que preveían los expertos más pesimistas, algunos economistas subrayaron que las perspectivas económicas siguen morosas, pues el consumo sigue socavado por la fuerte inflación y la cura de austeridad gubernamental.
“Los indicadores adelantados para el tercer trimestre no son muy prometedores, en un contexto en que los recortes presupuestarios siguen aumentando”, señaló Vicky Redwood, del gabinete Capital Economics, que vaticina un crecimiento del 1% para este año.
Sin embargo, el gobierno rechazó de plano la idea de suavizar su política de austeridad, que empezó a poner en marcha el pasado año.
Este plan de austeridad, el más severo de cuantos han sido aplicados por los grandes países desarrollados después de la crisis financiera, trata de eliminar el déficit público para 2015, con una serie de medidas como la subida de impuestos y la supresión de más de 300.000 puestos de trabajo.
Estos datos han agravado la presión sobre el Banco de Inglaterra para que reactive su programa de “flexibilidad cuantitativa” iniciado en 2009 para apoyar una economía en profunda recesión y que consiste en comprar activos
a los bancos, con la esperanza de volver a abrir el grifo del crédito.