El diario estadounidense “The New York Times” mostró en un reportaje los problemas en el crédito en países de Sudamérica, destacando las repactaciones unilaterales de La Polar y una demanda a los 3 bancos más grandes de Brasil, tras cobrar cargas ilegales por cerca de US$300 millones entre 2008 y 2010.

Con el caso de Ana María Silva (30) grafican cómo La Polar comenzó con una “Noticia que sorprendió a los chilenos y se ha convertido en uno de los mayores escándalos financieros de los 20 años de auge económico de Chile”. Por su parte la afectada reconoce parte de la responsabilidad, pero puntualiza que “la compañía debió haber sido más honorable y transparente”.

Mientras, se revela lo común que es obtener una tarjeta de crédito en la vía pública entregando datos fácilmente, quedando abiertos al endeudamiento a través del crédito, el cual ha sido la base del crecimiento económico en la región según afirma el periódico.

Agregaron que las economías más sanas de este lado del mundo (Chile y Brasil) “están pasando por los dolores del crecimiento producto del aumento del crédito”; catalogando a las empresas del retail como “Depredadores” que “estaban buscando a las personas más modestas. Esto se convirtió en un círculo vicioso que jamás terminaría”.

Un profesor emérito de la Universidad de Nueva York, Lewis Mandell, plantea que “Ellos están aprendiendo todos los trucos que fueron aprendidos por Estados Unidos para hacer de las tarjetas de crédito la parte más valiosa del negocio bancario”, pero “Desafortunadamente, es probable que los problemas que esto causó en EEUU se repitan en América Latina”, aseguró.

Mientras tanto el documentalista Osvaldo Oyarce, que pretende hacer una película sobre el consumismo en Chile, cree que “Nos hemos convertido a nosotros mismos en esclavos modernos”, ya que que el éxito económico nacional tiene sus costos: “Una población que está altamente endeudada, con grandes niveles de depresión y frustración”.

En tanto en Brasil, dos de los bancos involucrados negaron referirse a la demanda, mientras que Itaú dejó de cobrar a los clientes una comisión a finales de 2008 después de la advertencia, y se comprometió a pagar una indemnización suficiente para satisfacer al Banco Central. En este sentido, el Banco Central de Brasil ya había advertido a los bancos que las tarifas que cobraban eran ilegales y que debían dejar la práctica.

Para finalizar el diario muestra cómo los casos revelan un trasfondo inquietante en el auge económico de América del Sur, con préstamos indiscriminados, una laxa regulación y sobre endeudamiento de gran parte de la población, especialmente aquellos con menores ingresos.