Los ataques que causaron 91 muertos el viernes en Noruega generaron una ola de condena e indignación internacional y numerosos pedidos de jefes de Estado y de Gobierno para estrechar la cooperación internacional contra el terrorismo.

Estos ataques recuerdan que “la comunidad internacional en su conjunto tiene el desafío de prevenir este tipo de terrorismo y cooperar en el ámbito de los servicios de inteligencia”, dijo el presidente estadounidense, Barack Obama.

“Quiero presentar mis condolencias personales a los noruegos. Estamos con ellos y les daremos toda la ayuda posible”, prosiguió Obama, en su mensaje al país escandinavo, aliado de Estados Unidos en seno de la OTAN.

El presidente de la Unión Europea, Herman Van Rompuy, condenó “esos actos de cobardía que no tienen justificación alguna”, al referirse al atentado con bomba que el viernes devastó la sede del gobierno noruego y al ataque con arma de fuego, casi simultáneo, contra la universidad de verano del Partido Laborista (en el poder) en una isla cerca de Oslo.

De su lado la jefa de la diplomacia europea Catherine Ashton expresó su “horror” ante este doble ataque.

En Moscú, el presidente ruso Dmitri Medvedev dijo que Rusia condenaba “en los términos más firmes estos crímenes monstruosos, para los cuales no puede haber justificación alguna”.

El primer ministro británico David Cameron se declaró “indignado”.

“Estos ataques nos recuerdan las amenazas terroristas a las cuales nos enfrentamos”, recalcó, y ofreció la ayuda de Gran Bretaña, “incluido los servicios secretos, para capturar a los asesinos e impedir otras muertes de inocentes”.

La reina Isabel II envió igualmente un mensaje al rey de Noruega para transmitirle al soberano y al pueblo noruego “su compasión”.

El presidente del Parlamento europeo, Jerzy Buzek, apuntó que “Noruega ha aportado colaboración a la búsqueda de la paz en las regiones más inestables del planeta” y que “lo último que merece es un atentado terrorista”.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, calificó los atentados de “actos odiosos e inaceptables”.

Y el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, subrayó que los países de la Alianza Atlántica “permanecen unidos en la batalla contra estos actos de violencia”.

Noruega participa en las misiones militares de la OTAN en Libia y Afganistán.

En América Latina, numerosos países manifestaron rápidamente su indignación por los atentados.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, expresó su “profunda consternación” y transmitió la solidaridad de los brasileños con Noruega y con las familias de las víctimas.

Los presidentes centroamericanos también hicieron oír su voz, al concluir una cumbre regional en San Salvador.

Los mandatarios “declaran condenar enérgicamente dichos actos” y manifiestan su “solidaridad” con los familiares de las víctimas de “tan repudiables hechos”, indica la declaración final de la cumbre.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, afirmó en un comunicado que “estos crímenes nos recuerdan desgraciadamente una vez más que nadie está a salvo de ser víctima del terrorismo y que la comunidad internacional debe reafirmarse en la necesidad de trabajar en estrecha colaboración para combatirlo”.

México, Argentina, Colombia, Bolivia, Ecuador y Chile sumaron sus voces a la ola de condenas.